FERIA DE ALMERÍA

Pastelería fina

Luis Algarra, ganadero, tiene una pastelería de categoría. La deducción es fácil a tenor de los seis tocinos de cielo, en forma de toros, que envió a la plaza de Almería. A estas alturas, deben hervir los teléfonos taurinos para entrar en la rifa de la próxima hornada de ese finísimo obrador que el ganadero guarda en el campo.Seis toros bien presentados, de bonita lámina, pero sin agresividad, sin atisvo de fiereza, blandos como corresponde a los pasteles de calidad, de nobleza excepcional, recorrido largo y clase extraordinaria. Seis artistas, seis petisús, para gloria de Algarra y deleite de...

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Luis Algarra, ganadero, tiene una pastelería de categoría. La deducción es fácil a tenor de los seis tocinos de cielo, en forma de toros, que envió a la plaza de Almería. A estas alturas, deben hervir los teléfonos taurinos para entrar en la rifa de la próxima hornada de ese finísimo obrador que el ganadero guarda en el campo.Seis toros bien presentados, de bonita lámina, pero sin agresividad, sin atisvo de fiereza, blandos como corresponde a los pasteles de calidad, de nobleza excepcional, recorrido largo y clase extraordinaria. Seis artistas, seis petisús, para gloria de Algarra y deleite de la torería moderna.

Felizmente, hubo toreo de calidad; -hubiera sido una herejia lo contrario- . Joselito tuvo en sus manos dos bombones y los toreó con fina elegancia. Con su segundo, sobre todo, modeló una faena enchida de belleza, de sentimiento y hondura. A su primero lo cuidó con maestría, en un toreo académico y menos profundo.

Algarra / Joselito, Ponce, Jesulín

Toros de Luis Algarra, bien presentados, muy blandos, muy nobles y de clase excepcional.Joselito: oreja y dos orejas. Enrique Ponce: oreja y vuelta. Jesulín de Ubrique: silencio y pitos. Plaza de toros de Almería. 23 de agosto. Tercera corrida de feria. Lleno.

Ponce se llevó a su primero a los labios, se recreó a la verónica y se lo comió de un bocado; no le dio importancia a su labor -larga, rápida- y sólo se pudo saborear la clase del toro. Más entregado en el otro, desplegó una faena bella y profunda que deslució con la espada.

Jesulín, en clara desventaja, toreó muy bien por el lado derecho a su primero en unos pases largos y templados, y se desfondó en el último, el más soso de la fina pastelería.

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