FERIA DE SAN ISIDRO

"La bronca que me echaron fue excesiva", dice Luguillano

David Luguillano escuchó ayer la primera bronca de su vida en Las Ventas, aunque la había asimilado con cierta tranquilidad, según decía al término del festejo: "Yo creo que la bronca que me echaron fue excesiva, porque ese quinto toro era violento, peligroso y no se entregaba nunca, por lo que no tenía ni un pase". Después, y tras manifestar que respetaba y asumía la opinión del público, añadía que "seguir ahí para no hacer nada era perder el tiempo y engañar".Tampoco hubo lucimiento con su primer enemigo, que arrolló de salida a su subalterno Jesús Delgado, al que después brindó y felicitó p...

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David Luguillano escuchó ayer la primera bronca de su vida en Las Ventas, aunque la había asimilado con cierta tranquilidad, según decía al término del festejo: "Yo creo que la bronca que me echaron fue excesiva, porque ese quinto toro era violento, peligroso y no se entregaba nunca, por lo que no tenía ni un pase". Después, y tras manifestar que respetaba y asumía la opinión del público, añadía que "seguir ahí para no hacer nada era perder el tiempo y engañar".Tampoco hubo lucimiento con su primer enemigo, que arrolló de salida a su subalterno Jesús Delgado, al que después brindó y felicitó por su buena y valiente lidia, y a quien considera como alguien de la familia "porque llevamos mucho tiempo juntos. Aunque luego mejoró algo e intenté meterlo en la muleta", se defendía Luguillano, "pero al final resultó tan descastado como el resto". Sí reconocía sinceramente que con la espada se alivió en ambos toros.

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El ganadero, sin embargo, no estaba decepcionado con el juego que dieron sus toros y sí con los matadores: "Más que porque hayan estado bien o mal, el problema es que a los toros los mataron los picadores y no los matadores". Bohórquez agregaba que él cría sus toros para que den juego hasta el último tercio, "pero si se los cargan los picadores, con la complicidad de sus jefes de cuadrilla, poco pueden embestir después en la muleta".

Admitía que, pese a todo, al encierro le faltó algo de movilidad, "casí siempre por las causas que ya he mencionado", pero que en cualquier caso hubo tres ejemplares nobles y que le gustaron: primero, segundo y cuarto. Con respecto al segundo, el que arrolló al subalterno Jesús Delgado, añadía que además habría servido en el último tercio para que triunfase Luguillano, "pero hay que ver la leña que le dieron támbién en el caballo, ¿cómo iba a embestir después?"

Por último, ponía como ejemplo de torero a Francisco Rivera Ordóñez, reciente triunfador de la Feria de Abril, "porque como deja a los toros sin excesivo castigo en el primer tercio, después puede lucirse con la muleta y cortar orejas. A ver si se fijan".

No sangraron

Luguillano, siempre en tono Comedido, discrepaba de la valoración de Bohórquez, tanto con respecto al juego de los toros como a la cuestión de que los mataron los picadores. "Respeto estas palabras, lógicas viniendo del ganadero, pero no las comparto, porque a los toros, que fueron malísimos, no se les machacó tanto en el caballo, por la sencilla razón de que nunca se entregaron y casi ni sangraron".

Rafael Camino sí coincidía con Bohórquez en la valoración de la nobleza de los toros lidiados, "pero eso no es suficiente en Madrid; quizás en otras ferias sí, y entonces les cortas las orejas; pero aquí, si no hay emoción, no sirve de nada el resto".

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