Editorial:

Dos adelante, uno y medio atrás

NO HACE un mes que este país vivía encogido los avatares de la peseta, metida en un tobogán de caída libre. De pronto nuestra frágil moneda ha empezado a ganar posiciones en el mercado de cambios sin que nadie sepa por qué. Los analistas que hace un mes vaticinaban males aún mayores por los diversos escándalos que agitaban la política nacional, se han quedado un tanto perplejos ante una recuperación que convive con esos mismos escándalos. Por eso resulta ligeramente ridículo que esos analistas que atribuyeron la caída de la peseta a factores exclusivamente internos se empeñen ahora en atribuir...

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NO HACE un mes que este país vivía encogido los avatares de la peseta, metida en un tobogán de caída libre. De pronto nuestra frágil moneda ha empezado a ganar posiciones en el mercado de cambios sin que nadie sepa por qué. Los analistas que hace un mes vaticinaban males aún mayores por los diversos escándalos que agitaban la política nacional, se han quedado un tanto perplejos ante una recuperación que convive con esos mismos escándalos. Por eso resulta ligeramente ridículo que esos analistas que atribuyeron la caída de la peseta a factores exclusivamente internos se empeñen ahora en atribuir su recuperación a causas exclusivamente externas. Incluso por razones estadísticas, es imposible que todo lo malo, sea consecuencia de las decisiones del Gobierno y lo bueno se deba a factores exteriores o al azar.Los indicadores conocidos estos días confirman que el crecimiento se afianza a buen ritmo, pero esa! misma fortaleza hace más evidente uno de los dos¡, puntos débiles de nuestra economía: la dificultad, para hacer compatible el crecimiento de la producción con el control de los precios. La inflación de abril (0,5%) es la peor registrada en ese mes durante los 10 últimos años y coloca el índice interanual en el nivel más alto desde. 1992. Resurge así el fantasma de posibles subidas de los tipos de interés, que, ole producirse, acortarían el periodo de expansión. Con ello se pondría en riesgo la recuperación del empleo -otro talón de Aquiles de la economía española-, que en abril ha registrado una mejora importante.

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La reducción por tercer mes consecutivo del paro registrado en el Inem -48. 000 parados menos-, junto a su generalizada extensión geográfica y sectorial, confirma la firmeza del crecimiento de la actividad. El crecimiento de la inversion, el aumento en la cartera de pedidos de la industria y la demandade bienes de equipo e intermedios compensan la permanente debilidad del consumo privado, tributario de la incertidumbre que sigue pesando sobre las decisiones de gasto de las familias españolas. La meta de creación de una media de 1.000 empleos netos diarios para el conjunto de 1995 parece ahora alcanzable. De hecho, se está reduciendo el paro aun ritmo comparable al del bienio 1988-89, con la diferencia de que entonces la economía española crecía a una tasa del 5% y ahora lo hace al 3%.

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La reducción de los tipos de interés a largo plazo que ha tenido lugar en las últimas jornadas puede constituir un valioso apoyo para la continuidad de ese comportamiento favorable de la inversión. En el otro lado de la balanza juega en contra la tensión alcista de los precios. El pésimo dato de abril coincide con la citada debilidad del consumo y un comportamiento moderado de los salarios: 3,5% de aumento en los convenios firmados este año. Aun confiando en que la tasa de inflación se reduzca en los próximos meses, los niveles actuales son suficientemente preocupantes como para que el Banco de España pueda' considerar una nueva elevación de sus tipos de interés, por mucho que esa medida no sea la más adecuada para reducir el diferencial de inflación Con Europa.

Es urgente, por tanto, atender a las verdaderas razones de las tensiones en precios. Y profundizar en ese capítulo de reformas todavía inconcluso. Para ello, los enunciados del Tribunal de Defensa de la Competencia deben salir del archivo, venciendo esas resistencias corporativa! tan propias de este país y que ilustran las campañas de algunos colectivos en oposición a la nueva Ley de Colegios. Profesionales. Porque ésta sigue siendo la hora de las reformas.

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