Tribuna:

El fascismo, olvidado

No soy crítico de cine y no puedo juzgar seriamente el valor artístico de Tierra y libertad. De todos modos, creo que a quienes vivimos aquellos acontecimientos se nos hacen entrañables algunos de sus personajes: el comunista inglés. David, que al llegar a España se relaciona con el POUM, se incorpora a una milicia de este partido y combate sin llegar a comprender bien los enfrentamientos en el campo republicano; Blanca y Maite, las dos figuras más humanas, con él, del filme. Y las primeras secuencias del frente de Aragón en el comienzo de la guerra reflejan bastante bien aspectos de su...

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No soy crítico de cine y no puedo juzgar seriamente el valor artístico de Tierra y libertad. De todos modos, creo que a quienes vivimos aquellos acontecimientos se nos hacen entrañables algunos de sus personajes: el comunista inglés. David, que al llegar a España se relaciona con el POUM, se incorpora a una milicia de este partido y combate sin llegar a comprender bien los enfrentamientos en el campo republicano; Blanca y Maite, las dos figuras más humanas, con él, del filme. Y las primeras secuencias del frente de Aragón en el comienzo de la guerra reflejan bastante bien aspectos de su realidad.Resulta sumamente interesante la discusión sobre la colectivización de la tierra entre un grupo de vecinos de un pueblo recién liberado y los milicianos, discusión que refleja la contradicción entre los campesinos sin tierra y los pequeños propietarios, también antifascistas. Desde mi punto de vista, éste es el primer error del filme, pues comienza a situar aquí la ruptura entre revolucionarios y no revolucionarios, en una guerra antifascista, en la que era necesario el concurso de todos.

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El filme de Ken Loach ha intentado plasmar el enfrentamiento entre quienes pensaban que lo primero era ganar la guerra y los que defendían que antes había que hacer la revolución. De este modo resucita una polémica que parecía zanjada tras la derrota de la República.

La sublevación franquista desencadenó una revolución popular en España. Pero una revolución popular, plural, no podía llevarse a término sin ganar la guerra y, por consiguiente, sin formar un ejército regular popular, disciplinado, capaz de enfrentarse a un adversario militar fuerte, apoyado por unidades italianas y alemanas. Ese ejército lo formó el Frente Popular, el Gobierno de la República, y, aunque el Partido Comunista apoyara su formación, el filme no responde a la realidad histórica al atribuirle la creación de dicho ejército al PC, y más allá a Stalin.

La imagen del Ejército Popular regular sale de esta película maltrecha. Igual sucede con la de las Brigadas Internacionales. En conjunto, la lucha del pueblo español contra el fascismo queda desfigurada y rebajada desde un ángulo de visión izquierdista.

Por hacer la crítica de Stalin y de las consecuencias del estalinismo -que en este caso se desorbitan- en la película Tierra y libertad, aunque sean las intenciones de sus autores las mejores imaginables, en realidad lo que desaparece es el fascismo, Franco, Hitler y Mussolini. Y en cambio se da la imagen de una República por la que al parecer no mereció la pena luchar. No sé qué ideales revolucionarios puros pueden sobrevivir tras este cuadro de lo que fue una de las más grandes epopeyas de la lucha por la libertad en este siglo.

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