Crítica:LA SEMANA EN POP

Un baño de misticismo

Ya lo avisó Nacho Cano, con su onanismo mental a base de yoga y niñas saltando a la comba. Se impone lo místico y, aunque parecía una cosa más de Semana Santa lo cierto es que en pre-Navidad el pop en directo se da un baño de misticismo tal que dejaría como una frivolona a santa Teresa.La Frontera, cuyo directo ha sido siempre como una estampida de vacuno, proponen una travesía a Samarkanda. Tanta superficialidad vaquera ha hecho mella en su propuesta y parece el momento de saltar hacia otras esferas más trascendentes. "¿Será tal cambio verosímil?", se preguntan los fans y el púb...

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Ya lo avisó Nacho Cano, con su onanismo mental a base de yoga y niñas saltando a la comba. Se impone lo místico y, aunque parecía una cosa más de Semana Santa lo cierto es que en pre-Navidad el pop en directo se da un baño de misticismo tal que dejaría como una frivolona a santa Teresa.La Frontera, cuyo directo ha sido siempre como una estampida de vacuno, proponen una travesía a Samarkanda. Tanta superficialidad vaquera ha hecho mella en su propuesta y parece el momento de saltar hacia otras esferas más trascendentes. "¿Será tal cambio verosímil?", se preguntan los fans y el público ante el giro de La Frontera.

Otro caso es el de los mexicanos Caifanes. Ellos siempre fueron así, un poquito pretenciosos. Ahora, coincidiendo con el punto álgido de su ya larga carrera, se dejaron caer por nuestro país, para demostrarnos que lo de los Héroes del Silencio es tan contagioso como un herpes.

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Sin restar mérito a su profesionalidad y experiencia, alguien debería explicarles a Caifanes la diferencia entre una misa y un concierto de rock, a fin de que el ego-trip de los músicos no se vea revestido de la púrpura cárdenalicia. Ya tenemos bastantes predicadores en este agitado final de siglo como para que encima vengan ahora los rockeros de melena y pecho al aire a ocupar el púlpito.

Mira que tienen mística el reggae y el ska. Sin embargo, su lectura a cargo de jóvenes músicos blancos de hoy les descarga de solemnidad y hacen el ritural más llevadero.

En el caso de los madrileños Malarians, se convierte en una auténtica fiesta. Sinceramente; el mejor concierto ofrecido por un grupo español sobre un escenario madrileño en muchos meses, el que dieron en El Sol.

Inmensos, en su tarea de descartar el tiempo, a golpe de "¡Siguirop, siguirop!", por la senda trazada por Specials, Selecter o Toasters. Con una numerosa y nueva formación, el grupo supo dar al público dosis exactas de diversión, energía y estilo. Impresionantes Guns of Navarone y Geno, de los Dexys Midnight Runners.

Pelín mística fue siempre la actitud con la que Sex Museum ha ido encarando, en su ya larga trayectoria, los diferentes arquetipos del lado oscuro del rock: garage, psicodelia, hardcore, trash, hardinetal y, ahora, los Who de la época Tommy.

El grupo de los hermanos Pardo y Marta, la rubia teclista, presentó en directo su último trabajo, mostrando unas maneras rotundas y un sonido francamente profesional.

Con cierto regusto a cultos del pasado y negación del presente, pero lleno de enjundia y capaz de hacer visualizar una época colorista y espectacular a un público que, por su edad, no la conoció. Las cosas de la mística, que hace alucinar.

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