Manuel Patarroyo: "Desde pequeño quise inventar vacunas como Pasteur"

El científico colombiano, premío Príncipe de Asturias por su lucha contra la malaria

Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano inventor de una vacuna contra la malaria (una de las cinco principales causas de muerte en el mundo), cuya efectividad se está ensayando en varios continentes, obtuvo ayer el Premio Príncipe de Asturias de investigación Científica y Técnica. De fuerte personalidad, Patarroyo, de 47 años, ha querido siempre trabajar en su país y ha mantenido desde 1987 una larga batalla por el reconoci miento de su trabajo frente a la comunidad científica internacional, dominada por los anglosajones. "Desde pequeño quise hacer vacunas como Pasteur", afirma.
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Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano inventor de una vacuna contra la malaria (una de las cinco principales causas de muerte en el mundo), cuya efectividad se está ensayando en varios continentes, obtuvo ayer el Premio Príncipe de Asturias de investigación Científica y Técnica. De fuerte personalidad, Patarroyo, de 47 años, ha querido siempre trabajar en su país y ha mantenido desde 1987 una larga batalla por el reconoci miento de su trabajo frente a la comunidad científica internacional, dominada por los anglosajones. "Desde pequeño quise hacer vacunas como Pasteur", afirma.

Desde el año pasado, Patarroyo, nacido en Ataco (Colombia), ha pasado a ser reconocido e incluso mimado por gran parte de la comunidad científica y no faltan paises ni equipos de investigadores que quieran probar su vacuna, la primera sintética (producida en laboratorio) de la historia. Ésta ha sido aceptada en principio por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ala que Patarroyo ha donado la patente.Intuición y perseverancia son las características en las que coinciden los que conocen a Patarroyo, entre ellos los científicos españoles que desde 1986 colaboran con él. Muchos añaden el altruismo, que le ha hecho negarse a sustanciosos ofrecimientos de multinacionales farmacéuticas para hacerse con la patente. La perseverancia de Patarroyo se explica cuando afirma que desde niño quiso hacer vacunas: "Cuando hice la primera comunión, mis padres me regalaron un libro sobre Pasteur. En aquel tiempo empecé a darme cuenta de lo que era la muerte y me hice el propósito de salvar vidas a tra.vés de las vacunas".

Nadando contra corriente, se empeñó en buscar vacunas por la vía de la síntesis química, en vez de por la vía tradicional, la que se basa en atenuar. o tratar los microorganismos que causan las enfermedades. "Pero es que probablemente la única forma de obtener una vacuna contra la malaria es por métodos químicos", afirma. "El parásito es tan versátil que sus puntos flacos los protege con distractores y no se puede atacar por biología''.

Galardón para España

"Este premio es también para España" declaró ayer Patarroyo desde Bogotá cuando allí todavía no había amanecido, recordando el apoyo español en todo el proceso de validación de la vacuna. Éste se ha traducido en la organización del primer ensayo fuera de Latinoamérica, que se hace actualmente en Tanzania.El ejército de EE UU ha iniciado otro, el primero de Asia, en Tailandia.Patriótico y puntilloso, Patarroyo dijo ayer que es un premio para todo el pueblo de Colombia y no quiso olvidar a todos los que le ayudaron en España; mencionó especialmente a los Reyes (la Reina acudió al acto en que fue nombrado en 1991 académico en Madrid). Aunque fue candidato al premio Príncipe de Asturias en anteriores ediciones, es ahora, tras dejar ya de ser una oveja negra en el mundo científico, cuando el jurado del premio se ha decidido a otorgarle el galardón.

La vacuna de Patarroyo, denominada SPf66, tiene una eficacia relativamente baja pero sumamente importante en el caso de una enfermedad. como la malaria. En los ensayos realizados en Latinoamérica, los únicos finalizados hasta el momento, resultó ser de entre un 40% y un 66% en los adultos, pero esta cifra aumenta hasta un. 77% en los niños menores de cinco años, las mayores víctimas.

Este científico, formado como médico a caballo entre Bogotá y la F-undación Rockefeller en Nueva York, no hizo prácticas ni internado. Desde el principio, se dedicó a la investigación, apoyado siempre por el Gobierno colombiano, y ahora dirige el Instituto de Inmunología, uno de los centros de mayor prestigio de América Latina. Y siempre creyó en sí mismo. "No es que sea optimista, soy realista. Hace ocho años dije que iba a tener la vacuna contra la malaria en menos de 10 años y la tuve en sólo tres, aunque me haya costado cinco legitimarla".

Tras su difícil relación de mestizo con el establishment científico, Patarroyo parece no guardar ningún rencor e incluso aplica argumentos de conducta animal. "Entiendo lo que ha pasado. Es como cuando llega un perro extraño a una manada. Yo en 1978 era un recién llegado al campo de las vacunas y la parasitología, así que adopté una estrategia de repliegue. Cuando aparezco en 1987 con un artículo científico en el que digo que tengo una vacuna contra la malaria que funciona en monos, eso genera broncas porque dicen que no soy de su campo".Ahora, Patarroyó quiere vol ver a la tuberculosis, su gran pasión, para la que espera encontrar pronto una vacuna por la misma vía. El sida no le atrae. "Creo que hay otras enfermedades mucho más descuidadas históricamente que afectan a muchos millones de personas en el Tercer Mundo y ésa es mi meta".

Más cooperación en salud

Pedro Luis Alonso, epidemiólogo español que es uno de los tres directores del importante ensayo clínico internacional de Tanzania, mostró ayer su satisfacción porque en España se premie un logro que no tiene que ver directamente con los problemas de salud del país: "Todavía se ve con recelo en España que se dediquen recursos a problemas como la malaria, a pesar del potencial global tan enorme que tiene el descubrimiento de Patarroyo, por ejemplo".Alonso reivindica un mayor papel de la cooperación española en el campo de salud, en el que no existe tradición.

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