Tribuna:

El talento esperado

Manuel Rivas da la impresión de que donde quiera que vaya algo interesante o intrigante ocurre. Éste es el don de los verdaderos narradores. La vida es una masa de incontables historias. Pero sólo un hombre que observa e imagina (para el narrador los dos actos son uno solo) tan de cerca como Rivas puede desenmarañarlos. Él desenmaraña una historia con la paciencia y con la rapidez con que uno de sus pescadores gallegos desenmaraña sus redes. Tengo el sentimiento de que toda sus historias tienen el olor del mar. Y que la tía que le llevaba a la cuna cuando niño recibía cartas de todos los marin...

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Manuel Rivas da la impresión de que donde quiera que vaya algo interesante o intrigante ocurre. Éste es el don de los verdaderos narradores. La vida es una masa de incontables historias. Pero sólo un hombre que observa e imagina (para el narrador los dos actos son uno solo) tan de cerca como Rivas puede desenmarañarlos. Él desenmaraña una historia con la paciencia y con la rapidez con que uno de sus pescadores gallegos desenmaraña sus redes. Tengo el sentimiento de que toda sus historias tienen el olor del mar. Y que la tía que le llevaba a la cuna cuando niño recibía cartas de todos los marineros del mundo. En el caso de un escritor como Rivas, las historias corren de boca en boca en la familia y se deslizan entre los dedos. Esto no quiere decir que sea fácil para él. Lo que quiero decir es que nació con ello, con el talento acumulado en una alacena donde se guarda, por otra parte, el talento de generaciones que esperaban que él apareciera.

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