Crítica:

Lindsay Kemp crea una Cenicienta codiciosa y vuelve rosa al príncipe azul

El director británico presenta en Vitoria su último montaje teatral

Cenicienta es ambiciosa, sadomasoquista, ansiosa, frívola, mata a su padre a garrotazos, se la pega al príncipe con el capitán de su ejército. El hada madrina es una hechicera más cercana a la magia negra que a las varitas mágicas, las hermanastras son unas auténticas borrachuzas, y el príncipe, calvorota y entrado en años, tirano y malvado, muestra su derecho a ser diferente porlo que es más rosa que azul. Ésta es la visión del popular cuento de hadas que Lindsay Kemp transforma en opereta gótica, y que presentó por primera vez anoche en el teatro Principal de Vitoria.

Este popular cue...

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Cenicienta es ambiciosa, sadomasoquista, ansiosa, frívola, mata a su padre a garrotazos, se la pega al príncipe con el capitán de su ejército. El hada madrina es una hechicera más cercana a la magia negra que a las varitas mágicas, las hermanastras son unas auténticas borrachuzas, y el príncipe, calvorota y entrado en años, tirano y malvado, muestra su derecho a ser diferente porlo que es más rosa que azul. Ésta es la visión del popular cuento de hadas que Lindsay Kemp transforma en opereta gótica, y que presentó por primera vez anoche en el teatro Principal de Vitoria.

Este popular cuento, cuyos orígenes se encuentran antes de nuestra era, proviene de leyendas asiáticas y precolombinas, aunque fue Perrault en el siglo XVII y los hermanos Grimm en el XIX quienes popularizaron a la sufrida Cenicienta. Ahora Kemp, con el escritor y músico Carlos Miranda, rebusca en las versiones anteriores a las europeas y juega con las leyendas más que con los cuentos.La acción la sitúa en el castillo del padre de Cenicienta, quien muere a causa de los garrotazos que le propina la dulce niña. Cenicienta logra transformar este domicilio por un palacio imperial, gracias a los conjuros mágicos de su hada madrina. Tanto un espacio como otro reflejan las pasiones del iconoclasta Lindsay Kemp: estética del expresionismo alemán, simbología en los más mínimos objetos, imágenes sugerentes y nunca obvias, y sobre todo su absoluta irreverencia, ambientes siempre recreados en una atmósfera gótica claustrofóbica y opresora.

Todo sucede en una isla latinoamericana decimonónica, seguramente por el interés de Kemp por las leyendas precolombinas. De ahí los ritmos caribeños, la madre negra de Cenicienta, el príncipe dictatorial y negrero. Todo pasado por el tamiz poético y colorista de este director que por primera vez decide que sea España el país que ve el estreno de un espectáculo suyo y por segunda vez elige a una actriz de aquí, Nuria Moreno, como cabeza de cartel.

El creador de espectáculos míticos como Flowers es consciente de que este cuento siempre consigue que la gente se identifique con la heroína, pero Kemp no ha podido evitar formularse una pregunta y la respuesta es la que ofrece en hora y media sobre el escenario. "¿Qué pasaría si esta heroína evolucionara de la esclavitud al despotismo... si la magia que la asiste no es más que la semilla de una aún mayor intriga e injusticia?", señala.

Esta opereta parece ser que es el viaje más ambicioso y aventuresco del director británico dentro de su ya conocida concepción del circo-teatro-danza-opereta: "Para ello he elegido el más hermoso e intrigante de los cuentos de hadas y he procurado que los conflictos sociales y políticos se ofrezcan entrelazados con ritmos exuberantes y dramáticos", dice Lindsay Kemp, quien recientemente ha encontrado un libro con más de 700 versiones de la leyenda de la fregona Cenicienta.

Lo que él pretende y logra contar es que esta Cenicienta es parricida, tiene ansias de poder, está fascinada por el lujo, posee una codicia que la lleva a casarse con un príncipe hedonista, de gustos sexuales que imposibilitan la pareja heterosexual, falso cristiano (comulga en escena sin ninguna devoción) y sobre todo alejado de los problemas sociales que tienen machacado a su pueblo. La moraleja de Kemp no es otra que la de lanzar un grito contra los tiranos y los acumuladores de riquezas.

Amargo final

Su cuento, su Cenicienta, no tiene un final feliz, aunque los espectadores que anoche vieron esta primera representación sí parecían salir más que satisfechos por lo que habían visto. El público entusiasmado ovacionó durante largo tiempo el trabajo onírico, simbólico, iconoclasta y colorista de la compañía de Kemp.

Además de la dirección, interpretación y escenografía de Lindsay Kemp y la música y texto de Carlos Miranda, este espectáculo, cuya presentación fue anoche y el estreno oficial se producirá el próximo día 12 en Valencia, ha sido producido por Julio Alvarez, cuenta con vestuario de Yolanda Sonnabend, diseño de luces de John Spradbery, coreografía de Michael Popper y numerosas voces solistas con un conjunto instrumental que actúa en directo.

Con ojos de niño

Esta inquietante versión de Cenicienta ofrece, según su creador, un juego cómico y estrafalario de crueldades y víctimas: "Es un sueño poético y esperpéntico". En él Cenicienta no sale muy bien parada, en contra de las versiones edulcoradas que han llegado a nuestros días: "La historia está íntimamente cimentada en una atmósfera de crueldad e intriga de clases y ningún receptor del cuento ignora este hecho por muy joven que sea", dice Kemp, quien recomienda con pasión que este espectáculo lo vean los niños. "Ellos no tienen teorías deformadas ni preconcebidas, son espectadores limpios de impurezas y entenderán todo muy bien".Para Kemp el paso que da la protagonista de las cenizas a las riquezas se logra gracias a conjuros mágicos: "Vengados pues resultan sus sufrimientos y ridiculizados los causantes de sus desdichas, sin embargo el universo de la magia tiene dos caras", señala. "También ese universo es capaz de producir mayor infelicidad y tragedia, esto depende totalmente de las intenciones buenas o malvadas del hechicero y del beneficiario de su magia", dice.

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