LA MODA QUE VIENE

Victorio y Lucchino suspiran por España

Los diseñadores sevillanos cerraron la Pasarela Cibeles de Madrid

Por fin alguien suspiró sólo por España. Los diseñadores Victorio y Lucchino clausuraron ayer la Pasarela Cibeles de Madrid con un desfile repleto de ingredientes barrocos muy españoles mezclados con formas muy simples. Sombreros cordobeses bordeados de flecos alternaron con conjuntos de grandes cuadros de aire británico y citas andaluzas en pantalones de encaje. Todo al servicio de una colección de amplio abanico en los colores y el dibujo. Los diseñadores utilizaron zorro y visón tintado para decorar sus prendas. El lleno hasta la bandera no obtuvo una ovación que redondeara la faena.
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Por fin alguien suspiró sólo por España. Los diseñadores Victorio y Lucchino clausuraron ayer la Pasarela Cibeles de Madrid con un desfile repleto de ingredientes barrocos muy españoles mezclados con formas muy simples. Sombreros cordobeses bordeados de flecos alternaron con conjuntos de grandes cuadros de aire británico y citas andaluzas en pantalones de encaje. Todo al servicio de una colección de amplio abanico en los colores y el dibujo. Los diseñadores utilizaron zorro y visón tintado para decorar sus prendas. El lleno hasta la bandera no obtuvo una ovación que redondeara la faena.

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Mientras todo el público esperaba la top-model internacional de rigor y sorpresa con que el tándem más emblemático de la costura andaluza suele aderezar sus presentaciones, estos modistas se justificaron argumentando que también podían presentar sus productos con el plantel nacional y el extranjero convocado por la organización. "La colección es la misma vista quien la vista" explicó José Luís Medina (Lucchino) en los vestuarios momentos antes de comenzar el desfile. "Los top-models en esta ocasión serán Victorio y Lucchino" manifestó el mismo creador, quien no descartó la opción de grandes nombres para próximas colecciones.Se demostró, no obstante, que el lujo de la estrella millonaria es prescindible, y fue una potente y sensual Celia Forner quien cerró el pase con un traje de fiesta bordado en pedrería verdiazul mar y granate con largos flecos a juego en las mangas; una fantasía que resume la estética de Victorio y Lucchino en esta colección, que ellos presentaron bajo el título Suspiros.

Con peinados a lo Estrellita Castro, incluido el caracolillo en la frente, las modelos aparecieron siempre tocadas, a veces con sombreros cordobeses, bonetes de ganchillo moriscos o evocadoras chisteras de terciopelo arrugado. La alegría zíngara de los distintos estampados florales contrastaba con los rígidos cuadros imbricados en las mismas prendas. Esta audacia demostró todas las posibilidades de combinación anárquica. No faltó la referencia a la bata andaluza de volante corto, esta vez colocados apretadamente en vertical o diagonal.

La sobriedad española también estuvo presente en el desfile Suspiros con la serie de trajes negros, muy cortos y de chaqueta ajustada, en la que el enriquecimiento de las prendas se basó en cordones, pasamanería y caireles. Hubo aún una arriesgada apuesta más con los monos de encaje sobrevolados por vaporosas faldas de gasa y tul bordados.

En los otros desfiles de la jornada final de la Pasarela Cibeles de Madrid, la tónica general fue la irregularidad de las ofertas presentadas. Junto a prendas exquisitamente confeccionadas se vieron desastrosas costuras y hasta dobladillos sin hacer.

Las propuestas juveniles y variadas de los gaditanos Pepe Cuevas y Pepe Jiménez desfilaron junto a otras menos novedosas. Aparecieron los primeros evasés, tanto en corto como en largo, y los colores luminosos se hicieron un hueco.

Una estilista de moda de una conocida revista femenina comentaba, tras el desfile de Pepe Cuevas y Pepe Jiménez su agradable sorpresa ante el cambio radical experimentado por estos dos creadores gaditanos, en ésta su segunda presencia en la Pasarela Cibeles. "Han presentado prendas que se puede trabajar con ellas".

Los Pepes, como son llamados en los pasillos del Palacio de Congresos, jugaron con volúmenes muy fluidos y al mismo tiempo jóvenes. Destacaron las camisas blancas a modo de vestidos minis con jerseis cortos o largos grises, acompañados, por supuesto, con las botas negras tipo militar, junto a una surtida propuesta de vestidos de fiesta hechos de gasas, coincidiendo desafortunadamente con la misma tela que ya utilizó aquí el madrileño Larraínzar. El vaporoso y fino traje dorado de gasa transparente se acompañó con la chaqueta urbana, que incluso alguna modelo ató a su cintura a modo de excursión campestre.

Los vascos Palacio y Lemoniez hicieron de las asimetrías y sus tejidos de aspecto abierto sus más novedosas aportaciones. La colección, que sentaba muy bien y hacía más atractivas a las modelos, se basó en el punto, algo por otra parte socorrido en tiempos de crisis, y en la forma evasé. Los suaves estampados y la mezcla de colores oscuros -marrones y azul marino- con los claros -azul celeste y amarillofue muy bien acogida por el público.

Propuesta absurda

Lo más destacable de la irregular línea de Isabel Berz (Madrid, 1964) fue el colorido casi veraniego: blancos, rojos muy intensos, junto a verdes más apagados y azules eléctricos. Alguna propuesta absurda, como un tubo sin mangas a modo de chaleco que impedía cualquier utilización o movimiento de los brazos, y la falta de calidad de alguna prenda, con puntadas señalizadas, aparecieron junto a las transparencias en punto de lana.El desfile colectivo de Ángela Arregui, sofisticado y misterioso, y de Dolores, una diseñadora cuya propuesta más novedosa fueron las lanas trabajadas de forma irregular y los tejidos artesanales, completó un panorama donde no impera la novedad.

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