Dependientes, pero diferentes

F. O., En el plebiscito de 1967, el Estado libre asociado (ELA), la fórmula que les ha permitido a los puertorriqueños ser dependientes, pero también diferentes, barrió con un 60,41% frente a los anexionistas, que entonces obtuvieron un 38,9% de los sufragios. Éste fue el octavo plebiscito de la isla desde que Estados Unidos se la arrebató a España en 1898, como botín de guerra, pero no el último por que, además de ayer, los puertorriqueños han sido llamados a las urnas en referéndum otras dos veces: una en 1970 y otra en 1991.

Diez plebiscitos en 95 años de colonialismo norteameric...

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F. O., En el plebiscito de 1967, el Estado libre asociado (ELA), la fórmula que les ha permitido a los puertorriqueños ser dependientes, pero también diferentes, barrió con un 60,41% frente a los anexionistas, que entonces obtuvieron un 38,9% de los sufragios. Éste fue el octavo plebiscito de la isla desde que Estados Unidos se la arrebató a España en 1898, como botín de guerra, pero no el último por que, además de ayer, los puertorriqueños han sido llamados a las urnas en referéndum otras dos veces: una en 1970 y otra en 1991.

Diez plebiscitos en 95 años de colonialismo norteamericano, más las elecciones para gobernador, congresistas y alcaldes que se celebran cada cuatro años, arrojan un importante balance para esta isla, la menor de las Antillas: pese a la tutela del exterior, su última etapa como colonia se ha desarrollado en una profusa democracia.

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Todavía se le reprocha al siglo XIX español que para casi todo Puerto Rico dependía de la España peninsular o, en su caso, de la representación metropolitana en la isla de Cuba. Don Rafael María de Labra, republicano centralista y diputado entre 1871 y 1898 por Sábana Grande, amó profundamente a su circunscripción puertorriqueña, pero jamás pisó la isla. Ramón Power, puertorriqueño de pro, representó a Puerto Rico en las Cortes de Cádiz, donde alcanzó un importante puesto directivo, pero murió allí y allí sigue enterrado.

Puerto Rico, con 3,6 millones de habitantes, si de algo se ha salvado en las últimas décadas ha sido de las convulsiones políticas de América Latina. Puesta como ejemplo por Washington como el extremo opuesto a Cuba, pese a que José Martí soñó también con su liberación, uno de los más altos precios que ha pagado la pequeña isla caribeña por esta comodidad casi centenaria, es ser hoy día el territorio por metro cuadrado que más vidas ha dado en combate por la bandera norteamericana. Es como llamarla carne de cañón de la Unión americana.

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