Crítica:TEATRO

Llore después de haber reído

Vocecita es tímida, callada; murió su padre, agotado por una madre grosera, vulgar, lúbrica y borracha (Lola Herrera) y esta Cenicienta, o Bella Durmiente (Arabia Martín), está en su altillo, con los discos de comedias musicales que le dejó el padre soñador; Vocecita -lo único que no está traducido en la obra, por Arteche, es su nombre: no se sabe por qué se sigue llamando Little Voice- canturrea, imita a las lejanas estrellas; la oye un chulesco logrero, un hombre de mala vida (Miguel Arribas) que se acuesta y emborracha con la madre, y deciden explotarla: encuentran que su voz es de oro.Viol...

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Vocecita es tímida, callada; murió su padre, agotado por una madre grosera, vulgar, lúbrica y borracha (Lola Herrera) y esta Cenicienta, o Bella Durmiente (Arabia Martín), está en su altillo, con los discos de comedias musicales que le dejó el padre soñador; Vocecita -lo único que no está traducido en la obra, por Arteche, es su nombre: no se sabe por qué se sigue llamando Little Voice- canturrea, imita a las lejanas estrellas; la oye un chulesco logrero, un hombre de mala vida (Miguel Arribas) que se acuesta y emborracha con la madre, y deciden explotarla: encuentran que su voz es de oro.Violan su intimidad y su timidez, la arrastran al club, la hacen cantar y sale mal. Ya saldrá bien: el destino quiso que un día instalaran teléfono en la casa, y el operario (Ángel Pardo) se enamoró de Little Voice; con tenacidad. Está con ella cuando hay un cortocircuito en la vieja casa: escapan mientras la casa arde, la lleva al club donde está instalando las luces y allí la estimula a que cante con su verdadera voz. Apoteosis. Fin del folletín, castigo de los malos, triunfo de la pureza.

Algo especial

De Jim Cartwright. Adaptación de José Arteche. Intérpretes: Lola Herrera, Arabia Martín, Miguel Alcubilla, Ángel Pardo, Karola Escarola, Miguel Arribas, Ángel Terrón. Músicos: José María Hernández y Mario López. Escenografía: Toni Cortés. Coreografías: Alberto Portillo. Dirección: Ángel García Moreno. Teatro Fígaro, 1 de octubre.

Jim Cartwright, autor, era uno de los muchos obreros parados del Reino Unido de la primera ministra Margaret Thatcher; escribió una comedia, Road, que era una pintura de esa Inglaterra que comenzaba a oler mal, de las gentes sin abrigo, ni comida, ni esperanzas. Fue aclamado como sucesor de los jóvenes airados; hizo una película (Vroom), un par de comedias más y no necesitó volver a la fila de los parados. Con todas gana premios: y público, y aplausos.

Risas en Londres

Este sainete con folletín y algo de cuento infantil, hace reír en Londres. Hará reír aquí, con las zafiedades de Lola Herrera y su bailete con su amiga la gorda (Karola Escarola); conmoverá con Vocecita y hasta se imaginará el público que Arabia Martín es una revelación de la música, como finge en la comedia, y la escucharán con respeto en sus recitales.Más que profecías, es una expresión de mis deseos, y quizá una traducción de los aplausos y bravos del público selecto (seleccionado) que alcanzaban al director, Ángel García Moreno, (aunque no saliera a saludar al final).

Yo no compartía nada: no me gustaba nada: ni la obra, ni la interpretación, ni la dirección. Fracasé, una una vez más, en mi deseo de sumarme al entusiasmo general. Quizá si fuera a verla a Londres sentiría otra verdad, otra sinceridad en los actores, otra voz en Vocecita.

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