III CUMBRE IBEROAMERICANA

Los latinoamericanos se quejan del proteccionismo de Europa y de EE UU

IGNACIO CEMBRERO ENVIADO ESPECIAL, Antes de cada cumbre iberoamericana se producen malas noticias para América Latina. Hace un año, en Madrid, se vislumbraba un acuerdo entre los Estados miembros de la Comunidad Europea que Perjudicaba a las ventas de plátanos a los Doce, según temían los ocho países exportadores latinoamericanos. Ahora, un juez norteamericano pone en tela de juicio el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México y EE UU, al que aspiran a adherirse varios países suramericanos, como Chile y Venezuela. La cumbre no puede aportar ninguna solución a estos problemas, pero los afec...

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IGNACIO CEMBRERO ENVIADO ESPECIAL, Antes de cada cumbre iberoamericana se producen malas noticias para América Latina. Hace un año, en Madrid, se vislumbraba un acuerdo entre los Estados miembros de la Comunidad Europea que Perjudicaba a las ventas de plátanos a los Doce, según temían los ocho países exportadores latinoamericanos. Ahora, un juez norteamericano pone en tela de juicio el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México y EE UU, al que aspiran a adherirse varios países suramericanos, como Chile y Venezuela. La cumbre no puede aportar ninguna solución a estos problemas, pero los afectados aprovechan el foro para quejarse de la actitud de Europa y EE UU.

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El presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, deploró el jueves ante el jefe del Gobierno español, Felipe González, la decisión tomada el 30 de junio por el juez Charles Richey que, en el mejor de los casos, aplazará la entrada en vigor de su principal proyecto económico.Después, los presidentes de Colombia y Honduras, César Gaviria y Rafael Leonardo Callejas, respectivamente, manifestaron su desilusión por la decisión del 29 de junio del Tribunal de Justicia de la CE, ante el que recurrió en vano Alemania para que adoptase medidas provisionales que suspendiesen los contingentes arancelarios de importación de plátanos por la CE, en vigor desde el 1 de julio.

González se lamentó con Salinas del revés del TLC y reiteró a los otros dos jefes de Estado que el acuerdo comunitario sobre el banano defiende, desde luego, la producción de regiones europeas como Madeira y, sobre todo, Canarias. Pero, lejos de perjudicar los intereses de los productores latinoamericanos de plátano, supondrá a medio plazo un incremento de sus exportaciones al Viejo Continente.

Sobre el TLC, la opinión de la diplomacia española y del resto de los países comunitarios es más matizada. Lo apoyan en la medida en que puede suponer un respaldo al desarrollo de México y, en el futuro, de los Estados latinoamericanos que se incorporen a él, pero temen sus consecuencias para Europa.

La repercusión del Tratado para la CE, señala un informe del Ministerio español de Asuntos Exteriores, dependerá "de si el nuevo comercio generado gracias al TLC pesa más que los efectos del desvío de comercio (el incremento de intercambios entre norteamericanos en detrimento de los flujos entre Europa y el norte del continente americano), como consecuencia del sistema de preferencias y del deseo de que sólo los Estados miembros disfruten de ellas".

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Tres inconvenientes

Tres son, según el informe, los inconvenientes seguros del TLC para el Viejo Continente. La eliminación de aranceles entre norteamericanos afectará negativamente a las exportaciones comunitarias en aquellos ámbitos en los que los derechos de aduana sigan siendo más elevados para terceros países. La rigidez de las normas de origen del TLC supondrá además una pérdida de mercado para los productos textiles europeos, sobre todo en Canadá. El acuerdo agrícola anejo entre Washington y México hará más competitivas las exportaciones de lácteos, azúcar y carne estadounidenses a su vecino del Sur, en detrimento de las europeas.

Dos son, además, los perjucios probables del TLC para la Comunidad. Si las preferencias del tratado sólo se otorgan a las empresas de servicios financieros y de seguros propiedad de norteamericanos, será "una discriminación injustificada" de cara a las europeas. Si la negociación del GATT no garantiza que las preferencias del TLC en materia de servicios no pasan a ser multilaterales, se producirá también una importante desviación de comercio en detrimento de la Comunidad.

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