Collar de pesimismo

Hace un año, William Golding viajó desde Cornualles hasta Oviedo para ser investido doctor honoris causa por la universidad de la ciudad asturiana. Allí se refirió a ese pesimismo que insistentemente se le atribuía. "Es como cuando se le pone un collar a un perro y ya nadie se lo quita", declaró en aquella ocasión a EL PAÍS.Quizá esta mirada pesimista comenzó en Golding cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944. "Creéis que habéis derrotado al nazismo. Pero el mal está en todos nosotros", decía entonces.

En Oviedo, me...

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Hace un año, William Golding viajó desde Cornualles hasta Oviedo para ser investido doctor honoris causa por la universidad de la ciudad asturiana. Allí se refirió a ese pesimismo que insistentemente se le atribuía. "Es como cuando se le pone un collar a un perro y ya nadie se lo quita", declaró en aquella ocasión a EL PAÍS.Quizá esta mirada pesimista comenzó en Golding cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944. "Creéis que habéis derrotado al nazismo. Pero el mal está en todos nosotros", decía entonces.

En Oviedo, medio siglo después, su visión era más dual. "La vida es trágica porque morimos", afirmaba, para, a continuación, iluminar algo de esperanza: "También puede ser interesante y divertida". Sin embargo, los últimos acontecimientos europeos no le permitían salir de su derrotismo: "Me preocupa la forma en que Europa y el mundo se está fragmentando". William Golding luchó contra la desesperanza a través de la novela. "A veces, he pretendido ser feliz sin escribir, pero no lo he conseguido".

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