El 'Discovery' aterriza sobre los trilobites

Las baldosas del suelo del centro de La Vaguada albergan un fósil desconocido

Una réplica a tamaño real de la nave espacial Discovery en la azotea y, unos metros más abajo, huellas fósiles de hace 475 millones de años. Este peculiar contraste se puede contemplar en el centro comercial Madrid 2, donde en 1983 se colocaron piedras con al menos seis tipos de rastros petrificados, entre ellas una especie desconocida. La gerencia del centro sustituirá las losas de la entrada y donará las más interesantes al Museo Geominero, pero en una zona de la terraza permanecerá el Pasadexpo. La muestra futurista, más efímera, se traslada en junio.

La tecnología espacial más moder...

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Una réplica a tamaño real de la nave espacial Discovery en la azotea y, unos metros más abajo, huellas fósiles de hace 475 millones de años. Este peculiar contraste se puede contemplar en el centro comercial Madrid 2, donde en 1983 se colocaron piedras con al menos seis tipos de rastros petrificados, entre ellas una especie desconocida. La gerencia del centro sustituirá las losas de la entrada y donará las más interesantes al Museo Geominero, pero en una zona de la terraza permanecerá el Pasadexpo. La muestra futurista, más efímera, se traslada en junio.

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La tecnología espacial más moderna sólo dista unos metros de las huellas (icnofósiles, en su denominación científica) que dejaron unos animales que poblaron el planeta Tierra cientos de siglos antes de que los humanos imaginasen viajar al espacio exterior. "Es un pequeño museo paleontológico al aire libre", dice Juan Carlos Gutiérrez, un profesor del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que dirige el grupo que investiga estas piedras. Los geólogos se dieron cuenta hace tiempo de la existencia de esta exposición accidental de restos paleontológicos, pero hasta este año no habían comenzado a estudiarlos.Hace 475 millones de años las losas de cuarcita eran arena del fondo de un mar poblado por artrópodos como los trilobites y antepasados marinos de los actuales escorpiones que medían más de un metro. Las huellas que dejaban sus patas sobre el fango quedaron enterradas por la arena. Y la arena se transformó en dura roca sin borrar los rastros de estos animales.

Curiosamente permanecieron las huellas, pero no los cuerpos que las dejaron, demasiado blandos para fosilizarse fácilmente. "A veces disponemos de las huellas de un animal y sabemos cosas sobre su comportamiento a través de ellas", explica Gutiérrez, "sin que tengamos una idea exacta de cómo era fisicamente".

La mayor parte de los fósiles de Madrid 2 son formas de la especie cruziana: el rastro que dejaron los trilobites al reptar.

Detectives del pasado

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Las losas que contienen estos icnofósiles provienen de una cantera de una zona de la provincia de Segovia de la que hasta ahora apenas existían datos paleontológicos. Ésta es una de las razones que explican el interés de los científicos por estudiar las baldosas. La otra reside en el hallazgo de una especie desconocida del icnofósil Diplichnites, mucho mayor que las conocidas. Los científicos negaban hasta ahora que pudiera existir una variedad tan grande.Los que prefieren dirigir su mirada al futuro disfrutan en Futurexpo de un viaje espacial simulado y contemplan reproducciones de satélites artificiales como el Hispasat, en el mismo recinto. Esta muestra estuvo en la Expo, donde fue contemplada por 300.000 personas. Llegó a Madrid en diciembre y desde entonces ya ha recibido más de 100.000 visitantes. De miércoles a domingo y por 750 pesetas -los niños y los mayores pagan 500- se puede entrar hasta el 18 de junio.

Los niños se lo, pasan en grande jugando al pimpón con un modernísimo sistema. En vez de utilizar raquetas, los 52 jugadores de cada equipo tienen una madera pintada de rojo y verde. Si se quiere subir la raqueta representada en la pantalla, hay que mostrar a la cámara del fondo de la sala el color rojo, o el verde para bajarla. Un procesador cuenta los votos verdes o rojos y envía una señal en tiempo real que mueve la raqueta. El consenso del equipo evita que el contrincante se anote un punto en el marcador.

Mientras, los científicos fijan su mirada en las losas de cuarcita. A modo de detectives, los paleoicnólogos deducen a partir de las huellas el comportamiento del animal que las dejó: si le gustaba tomar el sol o era noctámbulo, si cambiaba de rumbo cuando topaba con un obstáculo o si se enterraba para buscar comida.

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