Un superdotado

Sin mediar conmemoración alguna, la Fundación Caja Madrid nos ofrece un ciclo Brahms, en el que figuran algunas de sus obras más conocidas de música de cámara y sinfónica. Comenzó el lunes en el Auditorio, lleno de público, con la actuación de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, dirigida por su titular, Lorin Maazel. Excelente orquesta y, no hay que decirlo, excelente maestro.Maazel es un superdotado, pero también, un superdotado. Sabe cantar como el violonista que fue y comunicar como el leader que es. Por otra parte, quienes escuchamos a Maazel desde su comienzos, sabemos bi...

Sin mediar conmemoración alguna, la Fundación Caja Madrid nos ofrece un ciclo Brahms, en el que figuran algunas de sus obras más conocidas de música de cámara y sinfónica. Comenzó el lunes en el Auditorio, lleno de público, con la actuación de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, dirigida por su titular, Lorin Maazel. Excelente orquesta y, no hay que decirlo, excelente maestro.Maazel es un superdotado, pero también, un superdotado. Sabe cantar como el violonista que fue y comunicar como el leader que es. Por otra parte, quienes escuchamos a Maazel desde su comienzos, sabemos bien que ya a los 25 años hacía un Brahins precioso y muy suyo aunque sin caprichos ni concesiones.

Ahí está el soberano ejemplo de sus dos conciertos pianísticos, el primero de los cuales acompañó en programa a la Sinfonía en do menor y que tocó, magistralmente, el pianista cubano Horacio Rodriguez (La Habana, 1948). No sólo ejerció en virtuosista de alto vuelo, sino que supo penetrar en los últimos secretos de la intimidad brahmsiana desde una sensibilidad que comenzó a mostrarse por la misma calidad del sonido. Éxito inmenso para pianista, orquesta y director que nos dieron su adiós con la más bella danza húngara entre las 21 compuestas originalmente por Brahins y, en algunos casos, trasladadas luego a la orquesta.