Crítica:MÚSICA CONTEMPORÁNEA

Entre dos aguas

El compositor británico Gavin Bryars fue el encargado de abrir la cuarta edición de los Encuentros de Nueva Música que tradicionalmente organiza la universidad sevillana y que este año presenta un programa plagado de nombres de campanillas.La elección del grupo de Bryars para la inauguración fue un acierto, ya que se trata de una de las figuras más controvertidas del ya de por sí controvertido mundo de las músicas inclasificables. Desde que a primeros de la década de los setenta apareciese su célebre Hundimiento del Titanic, la lista de sus detractores es casi tan larga como la de sus d...

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El compositor británico Gavin Bryars fue el encargado de abrir la cuarta edición de los Encuentros de Nueva Música que tradicionalmente organiza la universidad sevillana y que este año presenta un programa plagado de nombres de campanillas.La elección del grupo de Bryars para la inauguración fue un acierto, ya que se trata de una de las figuras más controvertidas del ya de por sí controvertido mundo de las músicas inclasificables. Desde que a primeros de la década de los setenta apareciese su célebre Hundimiento del Titanic, la lista de sus detractores es casi tan larga como la de sus defensores acérrimos. En todo este tiempo, el compositor ha navegado entre dos aguas buscando la manera de huir del minimalismo norteamericano sin abandonarlo nunca totalmente. Fue la constante que quedó mejor reflejada en su concierto sevillano,

Gavin Bryars Ensemble

Obras de Gavin Bryars. Teatro Alameda. Sevilla, 14 de septiembre.

Cinco obras recientes y un estreno absoluto completaron un programa con pretensiones de gustar a públicos amplios, algo así como una sesión de minimalismo dedicada a los que no gustan del minimalismo. Música tranquila, de una rara y elaborada sensibilidad que alterna las texturas más suaves con un cierto toque de misterio con las formas cambiantes y sinuosas, con estigmas de la segunda Escuela de Viena y referencias jazzísticas llenas de un buen humor derrochado en guiños constantes.

El propio Bryars dirigió un pequeño sexteto desde el contrabajo o los teclados, consiguiendo un sonido global de gran impacto en el que la mezcla del clarinete bajo y las percusiones electrónicas marcaba la pauta sonora.

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