"Nunca estuvo tan brillante"

El presidente George Bush vivió ayer uno de los días más emocionantes de su carrera política. La mayoría de los comentaristas coincidieron en que nunca, durante sus tres años de presidencia, había estado tan brillante.Es lógico. El presidente estaba en su propio terreno. Hablando de lo que le gusta -el patriotismo y la proyección mundial de Estados Unidos- y de lo que conoce por propia experiencia. Cuando Bush habló ayer del sacrificio de miles de norteamericanos a favor de la libertad en el mundo, estaba hablando de sí mismo.

George Bush tenía 17 años cuando bombardearon la base de Pea...

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El presidente George Bush vivió ayer uno de los días más emocionantes de su carrera política. La mayoría de los comentaristas coincidieron en que nunca, durante sus tres años de presidencia, había estado tan brillante.Es lógico. El presidente estaba en su propio terreno. Hablando de lo que le gusta -el patriotismo y la proyección mundial de Estados Unidos- y de lo que conoce por propia experiencia. Cuando Bush habló ayer del sacrificio de miles de norteamericanos a favor de la libertad en el mundo, estaba hablando de sí mismo.

George Bush tenía 17 años cuando bombardearon la base de Pearl Harbor, pero se alistó como voluntario sólo un año después. No pudo evitar que se le cortase la voz y le saltaran las lágrimas cuando tomó la palabra en el Arizona Memorial después de que un viejo capitán de la Armada, Donald Ross, le recordase los años en los que el ahora presidente era el piloto más joven de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

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Con el rango de teniente, Bush intervino en más de 50 operaciones de ataque. En una de ellas, su avión fue derribado y el joven teniente tuvo que ser rescatado de las aguas por el submarino Finback.

"Fue una casualidad", recuerda hoy uno de los tripulantes de esa nave, "porque era muy raro que un submarino cambiase su rumbo para salvar la vida de un desconocido teniente. ¡Quién iba a decirnos entonces que estábamos salvando la vida del futuro presidente de Estados Unidos!".

Quién sabe si la Armada lo salvé ayer de nuevo. Pero lo que es indudable es que Bush tomó ayer en las cálidas costas de Hawai fuerzas y oxígeno que le vendrán muy bien para afrontar en Washington él calvario de los problemas económicos que atenazan al país.

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