Los 'narcos' inundan Colombia de adormidera

Un informe del Gobierno de Colombia difundido ayer en Bogotá reconoce la invasión de los cultivos de amapola destinados a la producción de alcaloides para el narcotráfico en una vasta región del país. Los cultivos "podrían corresponder al propósito de las redes del narcotráfico de introducirse en los mercados internacionales del opio, la morfina y la heroína". La flor maldita se cultiva, según el Gobierno, en 12 provincias, y tiene una vía específica de salida al Caribe, según el informe. El diario El Tiempo, en su edición de ayer daba la cifra de 25.000 hectáreas sembradas. De c...

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Un informe del Gobierno de Colombia difundido ayer en Bogotá reconoce la invasión de los cultivos de amapola destinados a la producción de alcaloides para el narcotráfico en una vasta región del país. Los cultivos "podrían corresponder al propósito de las redes del narcotráfico de introducirse en los mercados internacionales del opio, la morfina y la heroína". La flor maldita se cultiva, según el Gobierno, en 12 provincias, y tiene una vía específica de salida al Caribe, según el informe. El diario El Tiempo, en su edición de ayer daba la cifra de 25.000 hectáreas sembradas. De cada hectárea de amapolas se pueden obtener 700 kilos de heroína.Según el estudio realizado por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), en el país se está consolidando un vasto cultivo de la flor y procesamiento del alcaloide. La saturación del mercado de la cocaína podría ser la causa que llevó a los mercaderes de la droga a diversificar su negocio. Hasta ahora el Gobierno se había limitado a hablar de "sospechas" sobre la existencia de laboratorios para el procesamiento de heroína.

Hay tres puntos que alarman de manera especial a los que investigan este nuevo fenómeno en Colombia: la participación de grupos guerrilleros en el negocio -ejercen una labor de vigilancia e intermediación sobre la comercialización del opio-; lo que parece ser un plan encaminado a invadir con amapolas las zonas indígenas que habitan en la provincia del Cauca, al sur del país; y por último un hecho de especial gravedad: Colombia no está preparada para enfrentar este nuevo flagelo del narcotráfico.

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