Desparpajo, despreocupación

Boccaccio no tuvo nunca tanto desparpajo, tanto verdor, tanta despreocupación por las formas y las maneras como Juan José Alonso Millán en la escritura de esta revista inspirada por él; sólo parece comparable con la de Luis Cobos al componer la música; y en la de actores y actrices al interpretar el espectáculo, una comedia musical que está compuesta en cuadros supuestamente relatados por una fiesta de vips que se celebra en Marbella, cuyos nombres, y a veces ademanes, recuerdan personas vivas. Y chismes vivos.Lo que se suele destacar en estos casos donde todo es escasamente intelectual...

Boccaccio no tuvo nunca tanto desparpajo, tanto verdor, tanta despreocupación por las formas y las maneras como Juan José Alonso Millán en la escritura de esta revista inspirada por él; sólo parece comparable con la de Luis Cobos al componer la música; y en la de actores y actrices al interpretar el espectáculo, una comedia musical que está compuesta en cuadros supuestamente relatados por una fiesta de vips que se celebra en Marbella, cuyos nombres, y a veces ademanes, recuerdan personas vivas. Y chismes vivos.Lo que se suele destacar en estos casos donde todo es escasamente intelectual es el ingenio y, sobre todo, que las niñas son monas, con cuerpecillos agradables que no ocultan demasiado (y ellas, y ellos, profesionales del teatro, con oficio y ensayo); que los decorados y los trajes tienen las suficientes lentejuelas, colorines, cadenetas, brillos y relumbrones, y que el público, generalmente, se ríe.

Al menos, en la primera parte, que fue la que yo pude presenciar.