Tribuna:

Tierra por tiempo

En este segundo capítulo, el articulista analiza las posturas de Arabia Saudí e Israel y llega al convencimiento de que el problema palestino no puede tener hoy una solución definitiva. EE UU debería, en su opinión, cambiar su política en la región y potenciar la relajación de la tensión mediante una serie de acuerdos parciales.

Un síntoma de la tendencia estadounidense a equiparar procedimientos con sustancia es la presión sobre Arabia Saudí para que se una a un proceso negociador al que no puede hacer abiertamente ninguna contribución. El reino saudí gobierna sobre tribus de nómadas fundamentalistas y sobre concentraciones urbanas comparables con las metrópolis occidentales. Acaba de superar una siniestra demostración de codicia por parte de un vecino que ha sido siempre su pesadilla. Tradicionalmente, los saudíes han procurado ocultar su vulnerabilidad mediante la opacidad; evitando la acción hasta que todas las p...

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Un síntoma de la tendencia estadounidense a equiparar procedimientos con sustancia es la presión sobre Arabia Saudí para que se una a un proceso negociador al que no puede hacer abiertamente ninguna contribución. El reino saudí gobierna sobre tribus de nómadas fundamentalistas y sobre concentraciones urbanas comparables con las metrópolis occidentales. Acaba de superar una siniestra demostración de codicia por parte de un vecino que ha sido siempre su pesadilla. Tradicionalmente, los saudíes han procurado ocultar su vulnerabilidad mediante la opacidad; evitando la acción hasta que todas las partes estén comprometidas de manera irrevocable. Esto garantiza que los gobernantes saudíes se conducirán con una extraordinaria circunspección. No se hace ningún favor a Arabla Saudí impulsándole al diario toma y daca de una disputada conferencia de paz -menos aún cuando no ha participado en ninguna guerra árabe-Israelí y es seguro que facilitará cualquier resultado final mediante el discreto despliegue de sus recursos financieros, como lo ha hecho en tiempos pasados, Israel contempla todo ello con negros presagios. Recientemente atacado por misiles iraquíes en el curso de una guerra en la que no participaba, y requerido de inmediato por sus principales aliados para que no tomara represalias a menos que se desencadenara un ataque árabe generalizado, Israel no ve nada atractivo retirarse fronteras adentro de la hilera de argamasa de sus principales-ciudades, fronteras que además nunca fueron reconocidas por los Estados árabes cuando eran las oficiales de ese país. Israel hizo la paz con Egipto según las fronteras de 1967. Pero su quidpro quo no era la palabra paz, sino la realidad de un Sinaí desmilitarizado en una longitud de 225 kilómetros. Esas condiciones no existen en las otras fronteras de Israel. Así, el eslogan "tierra por paz" se traduce en Israel en cambiar lo tangible por lo revocable. Después de todo, paz y reconocimiento no impidieron la invasión de Kuwait o la guerra Irán-Irak o la sangría India-Pakistán. El problema palestino, por todos estos motivos, el problema palestino no puede tener en éstos momentos una solución definitiva, especialmente cuando el proceso de paz como ahora es concebido será visto por los palestinos como un primer paso, y por Israel, en el mejor de los casos, como un problema de seguridad, y en el peor, como una violación de los derechos bíblicos. Y aunque el rey Hussein pudiera sentir de manera diferente como esperaban las dos últimas Administraciones estadounidenses-, está constreñido por su poderoso vecino sirio, cuya motivación es la visión histórica de Palestina como parte de una Siria más grande.Lo que, sin embargo, es posible es una progresiva relajación de las tensiones mediante una serie de acuerdos parciales. Pero para hacer esto hay que desarrollar con las partes principales un programa sustantivo. El proceso de paz tal como ahora se concibe virará hacia un punto muerto aún cuando se convoque una conferencia -como creo que se hará,

Más pronto que tarde

Para evitar un humillante atolladero, habrá una gran tentación de ejercer sobre Israel una presión masiva para conseguir las condiciones de la sabiduría convencional. En este punto, el Estado judío tendrá que decidir entre una guerra preventiva o su hundimiento. Sería una tragedia si la victoria estadounidense en la guerra del Golfo no produjera nada más elevado que una justificación de las palabras del líder árabe que en 1975 me esbozó su estrategia como sigue: "Estados Unidos ha traicionado a Vietnam. Seguramente abandonará a Taiwan. Y nosotros estaremos aquí cuando se canse de Israel".Dado que en las mentes de las partes más interesadas la palabra paz reflejará, pues, una etapa en un proceso, no un destino final, la mediación estadounidense debe afrontar explícitamente la cuestión de unas etapas apropiadas. Un intento de esta naturaleza requiere una mano astuta. La historia nos enseña que todo acuerdo alcanzado desde la fundación del Estado de Israel tuvo su origen en la presión de Estados Unidos. Si esa presión no es imparcial tienta a los árabes a subir sus condiciones y a los israelíes a ocultar su desesperación mediante la agresividad. El papel de Estados Unidos consiste en dar a los árabes la esperanza de que los esfuerzos estadounidenses producirán más que lo que ellos solos lograrían, mientras que a Israel hay que hacerle sentir que existe un suelo debajo de los riesgos que se le pedirá que corra.

Este acto de equilibrio es más fácil de describir que de ejecutar. Precisamente por ello, Estados Unidos debe moverse deliberadamente en la siguiente fase del denominado proceso de paz. Son esenciales unas exploraciones cuidadosas, sustantivas, en ambos lados. A Israel hay que llevarle a entender que el statu quo territorial no será respaldado por Estados Unidos; los líderes árabes tienen que aceptar que Estados Unidos no puede ser puesto en Oriente Próximo, como lo fue en Vietnam, en una situación de estrangulamiento paso a paso de un aliado. Debido a que las exploraciones de un arreglo por etapas afectará a cuestiones delicadas que son esencialmente incomensurables -territorio en intercambio para pasos tales como el fin de la beligerancia, el levantamiento del boicoteo y el libre movimiento de las poblaciones deben ser llevadas muy confidencialmente. La concreción es esencial. Tal vez las posiciones de las partes se muestren tan cercanas como ahora parece probable. En ese caso, se haria posible una solución global. La solución con más probabilidades es una serie de acuerdos provisionales. Estados Unidos ha evitado ese diálogo porque temía que el trato prematuro de cuestiones sustantivas podía dar al traste con el proceso de paz. Pero si explorar la sustancia da al traste con el procedimiento, ¿qué esperanza puede haber para una conferencia? ¿Y por qué Estados Unidos debe parecer más solícito en relación con el proceso de paz que las partes más implicadas? Mientras estemos reacios a suscitar cuestiones de sustancia y las partes principales rehúyan dar sus propias respuestas, se perfila un desastre. Una conferencia, cuando se convoque, empezará con la exposición por cada una de las partes de posiciones tan extremadas que ni siquiera las discutiremos en las exploraciones privadas.

Espejismo

No es demasiado tarde para repensar la sabiduría convencional. El eslogan "tierra por paz" es un espejismo para Israel si incluye las fronteras de 1967 y la ciudad vieja de Jerusalén, y una trampa para los árabes realmente deseosos de que acaben las tensiones. El objetivo real debe ser "tierra por tiempo" tiempo en el que probar los acuerdos provisionales, las provisiones de desarme y las perspectivas de coexistencia pacífica entre árabes e israelíes-. Un enfoque provisional podría empezar por ceder inmediatamente Gaza o bien a Jordania o bien a un consorcio árabe a cambio de acuerdos verificables de desarme. Esto podría ser seguido o acompañado por un acuerdo provisional para la orilla occidental que devuelva la mayor cantidad posible de pobla ción o bien a Jordania o a un con sorcio árabe mientras se protegen los esenciales intereses de seguri dad israelíes. Hace 25 años, el entonces viceprimer ministro Yigal Allon propuso la idea, de que la mayoría de la población retornara a Jordania, al tiempo que las tierras altas y el valle del Jordán se constituirían como una zona israelí de seguridad. Incluso podría ser posible llevar a la mesa de negociación conceptos enteramente nuevos y osados, como una soberanía dividida para la orilla occidental, en la que los países árabes serían responsables de la administración civil y policía, e Israel de la seguridad extenor. Tal planteamiento permitiría a ambos lados aprender la gramática de la paz en lugar de utilizar eslóganes para desmoralizarse mutuamente. El papel de Estados Unidos en este planteamiento sería menos arrollador aunque al final más gratificante que el esfuerzo para resolver todos los problemas en una gran negociación. Pero probablemente tendría mejores perspectivas de éxito y llevaría a soluciones que fueran moralmente, defendibles.

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Henry Kissinger fue Secretario de Estado del Gobierno de los EE UU. Copy 1991, Los Angeles Times Syndicates. Traducción: M. C. Ruiz de Elvira.

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