Crítica:TEATRO / 'OPERACIÓN ÓPERA'

Un tebeíto

El diminutivo no es por la duración, que se pasa -y el tiempo se va haciendo más largo a medida que se acumula- sino por la inconsistencia. No es lo malo el género, pero con él mismo se está haciendo en Madrid Makinavaja, que está lleno de contenido, de gracia, de humor: de un alcance social crítico y una mentalidad libertaria.Este tebeíto es para niños de ocho a once años, que lo resistirían bien durante un cuarto de hora. Lo malo es ver a los mayores infantilizados, reducidos a pequeñitas para quedar bien, para imaginar que es algo de su tiempo; quizá porque esté anclado en los tiempo...

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El diminutivo no es por la duración, que se pasa -y el tiempo se va haciendo más largo a medida que se acumula- sino por la inconsistencia. No es lo malo el género, pero con él mismo se está haciendo en Madrid Makinavaja, que está lleno de contenido, de gracia, de humor: de un alcance social crítico y una mentalidad libertaria.Este tebeíto es para niños de ocho a once años, que lo resistirían bien durante un cuarto de hora. Lo malo es ver a los mayores infantilizados, reducidos a pequeñitas para quedar bien, para imaginar que es algo de su tiempo; quizá porque esté anclado en los tiempos de la movida, donde este tipo de teatro apareció y murió sin que sus mantenedores pudieran hacer nada por salvar el invento.

Operación ópera

De Ignacio García May. Intérpretes: Concha Cortés, Julia Royo, Pedro G. de las Heras, Marta Bará, Jesús Prieto, José Irazábal. Escenograria: Vicente Patán, Alberto Tellería. Vestuario: Rafael Garrigás. Dírección: Paco Plaza. Sala Olimpia, 5 de mayo.

Soportes

Esta obra está soportada por el Ministerio de Cultura: hay que reconocer al Centro Nacional de Nuevas Artes Escénicas el mérito de no negarse a nada por el simple hecho de que parezca no habitual.García May ha probado en veces anteriores que es un buen autor, y tiene sentido del teatro. Tendrá que volver a probarlo, y se lo agradeceríamos todos. El director, Juan Antonio Vizcaíno -que figura como coautor del guión, con García Mayo, y que aparece como distinto del guión y del texto, quién sabe por qué razones y hasta dónde alcanza cada cosa-, ha añadido gracietas. Y las actrices y actores, ejercicios de escuela: de voces, de caracterizaciones, de estilillos. Parece que hay buen material humano en estos seis intérpretes jóvenes. Espero que se les vaya viendo. En cuanto a la escenografía, utiliza brillantemente los colores y las formas del género, y resuelve, dentro de la facilidad a que se presta esta clase de teatro, las dificultades de cambio de lugar.

Queda dicho que gustó, que fue muchas veces reída esta obra, y luego aplaudida con insistencia hasta que autor y director salieron, tocados con gorritas graciosas para formar parte del conjunto, y fueron muy bien recibidos. Pienso mas bien que los jóvenes espectadores, compañeros de creadores y de intérpretes, siguen una acertada política de estímulo de los suyos y de defensa de unas generaciones que, por otra parte, no están demasiado favorecidas por el teatro habitual.

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