Publicadas las conversaciones de Kafka con Janouch

, Las conversaciones que Gustav Janouch mantuvo con el escritor Franz Kafka -el judío de Praga que escribió en alemán y que pidió que se quemaran todas sus obras- , están a punto de editarse en Italia, según publica Mercurio, el suplemento de cultura de La Repubblica

Janouch comenta en el libro A tu per tu con Kafka editado por Guanda, que lo más característico de sus conversaciones con Kafka fue dicho "con la mímica del rostro con los movimientos del cuerpo". Janouch, amigo del escritor, supo escuchar de boca del genio no sólo sus conceptos, sino también "la música de su le...

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, Las conversaciones que Gustav Janouch mantuvo con el escritor Franz Kafka -el judío de Praga que escribió en alemán y que pidió que se quemaran todas sus obras- , están a punto de editarse en Italia, según publica Mercurio, el suplemento de cultura de La Repubblica

Janouch comenta en el libro A tu per tu con Kafka editado por Guanda, que lo más característico de sus conversaciones con Kafka fue dicho "con la mímica del rostro con los movimientos del cuerpo". Janouch, amigo del escritor, supo escuchar de boca del genio no sólo sus conceptos, sino también "la música de su lengua", de la que escribe: "Era una voz de barítono, débil y velada, que sonaba extraordinariamente melodiosa".

Y por lo que se refiere a los gestos, es magistral la descripción que de ellos hace Janouch cuando escribe: "Su rostro, color aceituna, es muy vivaz. Kafka habla con la cara. Si puede sustituir una palabra con el movimiento de sus músculos, lo hace. Sonríe, arruga los cejas, frunce la frente, saca el labio anterior, une las manos, apoya las palmas sobre el escritorio, se abandona sobre el respaldo de su sofá estirando la espalda, inclina la cabeza levantando los hombros, aprieta la mano sobre el corazón: he aquí una mínima parte del repertorio de gestos que usa coro parsimonia y acompaña siempre con una sonrisa de excusa".

Otra de las revelaciones del libro A tu per tu con Kafka es el dolor que tuvo que soportar Kafka al no poder, por motivos de salud, ir a trabajar como carpintero, cosa que le gustaba muchísimo: "Me encantaba", le dice al amigo, "el perfume de la madera bajo la paja, el canto de la sierra, los golpes del martillo. La tarde pasaba como un rayo. Y cada vez me maravillaba de que fuera ya de noche''.

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