"Escribir es otra forma de conversar"

El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique acaba de publicar en España su último libro, Dos señoras conversan. El autor de Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín Romaña continúa en la línea de sus anteriores obras, llena de detalles de humor, pero de un humor irónico y nostálgico. Un humor amargo. En las tres historias de Dos señoras conversan la palabra hablada es el personaje principal. Escribir, para Bryce, es otra forma de conversar.

Los personajes de Bryce se quitan la palabra uno al otro. Parecen haberse apoderado por completo de sus libros y todos ellos quieren conta...

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El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique acaba de publicar en España su último libro, Dos señoras conversan. El autor de Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martín Romaña continúa en la línea de sus anteriores obras, llena de detalles de humor, pero de un humor irónico y nostálgico. Un humor amargo. En las tres historias de Dos señoras conversan la palabra hablada es el personaje principal. Escribir, para Bryce, es otra forma de conversar.

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Los personajes de Bryce se quitan la palabra uno al otro. Parecen haberse apoderado por completo de sus libros y todos ellos quieren contar su vida, su pasado, el presente difícil de aceptar. Viven para el recuerdo, ordenan y reconstruyen incesantemente su pasado, en diarios íntimos, con amigos y desconocidos ante sucesivas rondas de cerveza, entre dos viejas hermanas que hacen del recuerdo la rutina que sostiene sus vidas. Pero, en realidad el escritor está solo. El interlocutor es una página en blanco a la que habla, silenciosamente, sin cesar.

"Sterne pone en boca de uno de sus personajes la siguiente frase, que yo hice mía y forma parte de mi manera de vivir: 'La literatura no es más que otra forma de la conversación'. Y esa otra forma de la conversación es la que haces sin interlocutor", dice Alfredo Bryce. "Si te lo planteas así es una cuestión muy sencilla. Si te lo planteas como casi todos los otros escritores, no lo es tanto; es quedarte sin interlocutor y contar la historia. Eso es lo que he venido haciendo en mis libros, contar una historia para que parezca que se la he contado a alguien. Y me ha ido saliendo con muchas exigencias personales. Empecé con libros enormes, largos. Pero ahora todo es distinto, cuando quieres decir: ahora escribo novelas cortas, las haces. Ahora me voy a Puerto Rico con un proyecto de libro de dos mil páginas, y lo haces. Siempre hay un desafío. El paso de la conversación a la escritura 'es un paso duro".

"Los escritores del boom latinoamericano, que fueron tan importantes, me enseñaron a mí que su importancia consistía en no ser importantes. Me di cuenta de que, justamente, tener ese interlocutor que no se cansa de es cucharte era el camino que yo tenía que seguir: el del escritor aislado —aunque no lo parezca—, y es una opción difícil de sobrellevar. Soy el escritor que se mira, y se rie de sí mismo. Es lo que decía Luis Landero) hace unos días en la presentación de mi libro: mi humor es en el fondo una profunda amargura".

"En la literatura latinoamericana el gran cambio se ha dado de la generación del boom a la degeneración del boom, que son los que han venido después. El mexicano José Emilio Pacheco o el portorriqueño Luis Rafael Sánchez (que escribió La importancia de ser Daniel Santos), ya no hablan de la historia de la revolución mexicana, ni la victoria de la revolución cubana, hablan simplemente de ellos. No tienen temas colectivos, tienen temas individuales. Por eso meten el bolero, el sentimiento. Y creo que es un proceso de maduración que se da en la novelística grande de todos los países que han aportado algo a la literatura. El primer tema es la historia, el segundo es el hombre y el tercero es la pasión. Nosotros recién andamos por el hombre. Cuando uno lee Madame Bovary, es la historia de una pasión. No se pregunta quién era Emma Bovary. Entran estos [los franceses] y te cuentan unas historias como ésta

—cursilísima, por otra parte— y crean la pasión en la literatura. Creo que ese proceso se está dando en la literatura de lengua hispana ahora también. En Latinoamérica vamos por el bolero recién, que ya es algo".

Premios

En alguna ocasión Bryce dijo que no le molestaba no haber recibido ninguno de los grandes premios literarios, porque así no le incluían en la lista de los consagrados —comentaba con ironía— y podría ser considerado siempre un escritor joven, o una promesa de la literatura. "Yo siento que nunca seré uno de ellos, que es mucho mejor no haberlo sido", afirma Bryce. "Es mas divertido ser un outsider. Me acuerdo del consejo que me dio una vez García Márquez: 'Alfredo, nunca ganes un premio. Es mejor que te anuncien como candidato todos los años'. Y yo le contesté: ¿Lo dices desde todos los premios?' Y fue un diálogo cordial. Hay gente a la que le toca la responsabilidad histórica, y hay gente a la cual no le toca, y entre esos estoy yo. Por ser así, soy la única persona que puede tomarse la libertad de contestarle al presidente de Argentina —que citaba hace poco a Homero en su discurso— que ya Homero en su tiempo era un perseguido político. Entonces te das cuenta del lado precioso de la realidad del outsider. Eso no lo puede hacer un escritor oficial, un escritor que represente a su país, que represente una ideología ni una idea de la literatura. Lo puede hacer un tipo que simplemente ha llegado a la conclusión de que escribir es otra forma de conversar".

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