Tribuna:

Pepe Luis

Pepe Luis, a sus 68 años, anda por Sevilla de puntillas. Su talante personal desborda la misma naturalidad que desbordaba su toreo. El reconocimiento, el cariño que Sevilla expresa a diario al maestro, lo recibe con pudor de colegial. Cuando una Comisión de la Fundación de Estudios Taurinos le propuso que, como colofón del homenaje que ayer. concluyó le iba a rendir Sevilla, se celebrara una cena con varios centenares de comensales en el propio ruedo de la Maestranza, escenario de su arte sin par, replicó, sin dudarlo: "En ese ruedo ha habido mucho triunfo, mucho fracaso y mucha sangre, ése no...

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Pepe Luis, a sus 68 años, anda por Sevilla de puntillas. Su talante personal desborda la misma naturalidad que desbordaba su toreo. El reconocimiento, el cariño que Sevilla expresa a diario al maestro, lo recibe con pudor de colegial. Cuando una Comisión de la Fundación de Estudios Taurinos le propuso que, como colofón del homenaje que ayer. concluyó le iba a rendir Sevilla, se celebrara una cena con varios centenares de comensales en el propio ruedo de la Maestranza, escenario de su arte sin par, replicó, sin dudarlo: "En ese ruedo ha habido mucho triunfo, mucho fracaso y mucha sangre, ése no es sitio para comer, y de centenares de comensales, ni pensarlo. Si hay más de 30 o 40 amigos, presento un parte facultativo y me caigo del cartel". La misma inteligencia, la misma improvisación que afloraban de su capote y de su muleta prodigiosa.Encasillar a Pepe Luis en los flamados toreros graciosos pudo ser una injusticia irreparable. Si ésa fue en algún momento su aura popular, afortunadamente diversos biógrafos y ensayistas del toreo del maestro han puesto las cosas en su sitio para la historia. Si hubiera que elegir una sola característica del toreo de Pepe Luis, seguramente la sinceridad de su toreo, la verdad, su verdad, sería la más relevante. Pepe Luis, aunque hubiera querido, no hubiera sabido tomarse ventaja o ficencia ajena a los cánones. Ahí está el fundamento de su discontinuo que hacer. Torear con verdad sólo se puede hacer a algunos toros. Dar pases es accesible a casi todos los toros.

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La clarividencia, el conocimiento de las condiciones de las reses, la adecuación de la lidia a ellas, alcanzó horizontes deslumbrantes en el torero de San Bernardo.

Si no fue sólo el torero de la gracia, es evidente que la estética, la plasticidad de su toreo, la difícil facilidad, el garbo singular, la "elegancia ignorándose de la naturaleza", en felices versos de Gerardo Diego, fueron patrimonio de su quehacer.

A los 50 años de su alternativa, su figura se agiganta. La proyección histórica de Pepe Luis, lejos de difuminarse por el transcurso del tiempo, adquiere caracteres más nítidos y firmes. Por eso Sevilla, orgullosa de tan preclaro hijo, ha rendido justísimo homenaje en torno a fechas tan sevillanas y toreras como la Feria de San Miguel.

es presidente de la Fundación de Estudios Taurinos.

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