Cousteau, en un viaje con seis niños, reivindica la Antártida como herencia de generaciones futuras

MANUEL DÉLANO, A bordo del rompehielos Erebus, el científico francés Jacques-Yves Cousteau llegará hoy a la base soviética de Bellingshausen (en la isla del Rey Jorge), en una expedición sin precedentes a la Antártida, acompañando a seis niños de entre 10 y 12 años, de diferentes nacionalidades. Los menores conocerán la Antártida, visitarán bases de tres países, recibirán lecciones sobre la defensa del medio ambiente y levantarán un iglú como símbolo de que el llamado continente helado es la casa de los niños.

"Por excelencia, la Antártida es la herencia de las generaciones futuras", so...

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MANUEL DÉLANO, A bordo del rompehielos Erebus, el científico francés Jacques-Yves Cousteau llegará hoy a la base soviética de Bellingshausen (en la isla del Rey Jorge), en una expedición sin precedentes a la Antártida, acompañando a seis niños de entre 10 y 12 años, de diferentes nacionalidades. Los menores conocerán la Antártida, visitarán bases de tres países, recibirán lecciones sobre la defensa del medio ambiente y levantarán un iglú como símbolo de que el llamado continente helado es la casa de los niños.

"Por excelencia, la Antártida es la herencia de las generaciones futuras", sostuvo Cousteau en una conferencia de Prensa en Santiago, "Por esta razón, es importante que los niños del mundo conozcan esta tierra lejana y lo que significa su preservación para su porvenir", agregó.Si el clima lo permite, la expedición durará 12 días, aunque Cousteau partirá antes de Chile, el martes 9, con rumbo a Moscú. Su hijo Jeán Michel lo reemplazará dos días antes. Sin embargo, el científico francés, de 80 años, anunció que retornará a Chile en marzo para celebrar el cambio de gobierno y dialogar con el presidente Patricio Aylwin sobre los problemas ecológicos del país.Aunque en este viaje no se realizarán experimentos científicos, el equipo de buzos especializados de Cousteau quiere hacer una filmación inédita. Tratarán de mostrar los restos del Bahía Paraíso, una nave de reabastecimiento argentina, que encalló el 31 de enero de 1989 frente a la base norteamericana Palmer, provocando la primera marea negra en la Antártida y la pérdida de trabajos científicos. El clima impidió el rescate de la embarcación durante el invierno del hemisferio sur.

Cerca de la base soviética Bellingshausen se levantará el iglú. Sobre él, los niños izarán la bandera de la expedición.

Cousteau aspira a construir en 1992 "una casa de los niños en la Antártida", para que puedan viajar los menores interesados en este continente. Los seis invitados de esta expedición, Cory Giller (Estados Unidos), Kelly Jean Metheson (Australia), Fumiko Matsumoto (Japón), Elise Otzenberger (Francia), Oko Joseph Shio (Tanzania) y Jerónimo Brunner (Chile), fueron seleccionados .por la Sociedad Cousteau. Ellos recorrerán también la base chilena Teniente Marsh de la fuerza aérea, donde recibirán clases, y la estación científica norteamericana Palmer.

Regulación del clima

Según Cousteau, la Antártida es esencial para la regulación del clima mundial, como "enfriador natural del océano y de la atmósfera". Minutos antes de zarpar, el científico sostuvo que "éste es un continente muy frágil. Un pequeño cambio en él afectaría al resto del mundo".

La Fundación Cousteau ha reunido más de un millón y medio de firmas en apoyo a una petición para postergar la entrada en vigor del convenio sobre la explotación de los recursos minerales del continente Antártico. Critica, además, la insuficiencia de las medidas de protección sobre el medio ambiente antártico y el riesgo de actividades industriales.

Si los recursos minerales de la Antártída fueran explotados, además del riesgo que provocarían las faenas, las economías de los países del Tercer Mundo, productores de materias primas, serían afectadas, sostiene la fundación. La intensificación indiscriminada del turismo, bases científicas y tráfico marítimo ocasionará un aumento de los residuos.

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