El conflicto panameño divide a los 'no alineados'

"Estados Unidos no va a intervenir en Panamá", afirmó ayer en Belgrado el presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, quien aseguró haber recibido tal confidencia del propio líder norteamericano, George Bush. Pérez, que asiste en la capital yugoslava a la IX cumbre del Movimiento de Países No Alineados, evitó desvelar ante los periodistas el motivo de bloqueo del documento sobre Latinoamérica. Este escollo, motivado al parecer por divergencias sobre Panamá, confirma que su diversidad impide a los no alineados presentar un frente común.

Aunque Venezuela no discrepa en esencia del proyect...

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"Estados Unidos no va a intervenir en Panamá", afirmó ayer en Belgrado el presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, quien aseguró haber recibido tal confidencia del propio líder norteamericano, George Bush. Pérez, que asiste en la capital yugoslava a la IX cumbre del Movimiento de Países No Alineados, evitó desvelar ante los periodistas el motivo de bloqueo del documento sobre Latinoamérica. Este escollo, motivado al parecer por divergencias sobre Panamá, confirma que su diversidad impide a los no alineados presentar un frente común.

Aunque Venezuela no discrepa en esencia del proyecto de resolución sobre Panamá preparado por Yugoslavia, como nación anfitriona de la cumbre, el borrador alternativo presentado por la delegación panameña, así como las enmiendas introducidas por Cuba y Nicaragua, han sembrado la discordia.El presidente Pérez se mostró favorable a unas nuevas elecciones para antes de fin de año, y a que se recurra al órgano consultivo de la Organización de Estados Americanos (OEA), para solucionar el diferendo del Canal entre Estados Unidos y Panamá.

[El Comité Político de la Comunidad Europea, por su parte, adoptó ayer en París varias medidas sancionadoras contra régimen panameño del general Manuel Antonio Noriega. Entre ellas destaca la suspensión de contactos de alto nivel, la no asistencia a actos oficiales, la intensificación de las relaciones con la oposición y la congelación de programas de cooperación técnica.]

Ortega, con Castro

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En el otro extremo del enfoque, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, expresó en su intervención ante la asamblea plenaria del Movimiento el respaldo de su país al pueblo de Panamá. Esta actitud, idéntica a la que el día anterior exhibiera su correligionario político, el cubano Raúl Castro, significa justamente lo contrario de lo que desean los venezolanos Managua y La Habana opinan que la actual crisis panameña. es un asunto interno en el que no debe haber injerencia, y mucho menos la de Estados Unidos. Tal postura se traduce en un apoyo al actual Gobierno provisional, cuyo vicepresidente ha optado por la discreción en Belgrado.

El comandante sandinista propuso a los no alineados la creación de un tribunal mundial de los derechos humanos, en una especie de autodefensa por las acusaciones lanzadas contra su país. La violación de los derechos humanos -por primera vez en la agencia de este Movimiento- constituye, desde hace tres años en Harare, uno de los principales obstáculos para que Nicaragua o Indonesia, las dos naciones aspirantes, obtengan la presidencia del foro reunido esta semana en la capital yugoslava.

Por otra parte, Ortega anunció la reanudación de conversaciones entre la guerrilla y el Gobierno de El Salvador, para el próximo 15 de septiembre en México. Según el comandante sandinista, monseñor Rivero Damas actuará como mediador de dicho diálogo.

Entre las intervenciones que congregaron mayor número de curiosos durante la jornada de ayer, merecen destacarse la del vicepresidente sirio Abdel Halim Jadam y la del ministro iraní de Exteriores, Alí Akbar Velayati. Siguiendo la tónica de todos los oradores de convertir el estrado del Sava Center en una tribuna para la defensa de sus propios intereses, Jadam acusó a Irak -su rival en el mundo árabe- de destruir Líbano.

Velayati, por su parte, convirtió su discurso en una justificación de la actitud de su país en la escena internacional. El jefe de la diplomacia iraní, que aprovechó la ocasión para atacar a Irak, su secular enemigo, dejó clara también la voluntad del régimen de Teherán de "continuar apoyando a las fuerzas islámicas y nacionalistas de Líbano en su lucha contra los agresores sionistas".

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