Poco público en las primeras horas del festival WOMAD, que empezó ayer en Barcelona

El Barce-WOMAD 89 inició sus actividades prácticamente sin público. Ésta fue, sin duda, la nota más destacada de las primeras horas de festival que desde la tarde de ayer, y hasta la madrugada del domingo, se ha instalado en el parque de la Ciudadela barcelonés, presentando una muestra de música y danza de diversos países europeos, americanos, africanos y asiáticos.

El ugandés Geoffrey Oryema comenzó su actuación en el Hivernacle sobre las 18.15 horas ante una veintena de personas, pero mucho más triste resultó el arranque de la Super Diamono de Dakar, una de las teóricas atracciones pu...

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El Barce-WOMAD 89 inició sus actividades prácticamente sin público. Ésta fue, sin duda, la nota más destacada de las primeras horas de festival que desde la tarde de ayer, y hasta la madrugada del domingo, se ha instalado en el parque de la Ciudadela barcelonés, presentando una muestra de música y danza de diversos países europeos, americanos, africanos y asiáticos.

El ugandés Geoffrey Oryema comenzó su actuación en el Hivernacle sobre las 18.15 horas ante una veintena de personas, pero mucho más triste resultó el arranque de la Super Diamono de Dakar, una de las teóricas atracciones puntales del festival.Los senegaleses inciaron su actuación en el escenario central, bajo la gran cascada del parque a las 19.05, ante un público que tampoco alcanzaba las dos docenas de personas; la gran plaza ofrecía un aspecto triste y desolado.

Poco a poco el escaso público, no llegaba a tres centenares en las dos primeras horas, que deambulaba por el parque algo perdido por los cambios de escenario y horas de las primeras actuaciones, se acercó a oír las canciones de Oryema, pero en ningún momento las gradas del Hivernacle se desprendieron del amargo sabor del vacío.

Oryerna es el típico cantautor de los que, guitarra acústica en mano, han aparecido durante las tres últimas décadas en los cuatro rincones del planeta. Sólo con su guitarra y un bonita voz cantó varias canciones de raíz folky que le debían más a Bob Dylan que a su nacionalidad africana.

Más interesante resultó la actuación el grupo senegalés, mezclando ritmos de claro origen africano con abundantes tics provenientes del jazz y la música pop occidentales. Buenos solos instrumentales y un sólido ritmo que prácticamente no consiguió, a pesar de los repetidos intentos, poner a bailar a los poco más de 300 personas que asistían al concierto.

Durante estas primeras horas de festival, la mayoría de chiringuitos de comidas exóticas y artesanía, estaban todavía finalizando su montaje por lo que la zona casi no fue concurrida por el público.

Mucho calor y entradas caras

Tampoco el primer taller de percusión africana programado para las 18 horas se realizó, siendo sustituido por una jam session entre algunos de los particiantes, ante una veintena de personas.Al cierre de esta edición, se esperaba que el número de asistentes se incrementase a lo largo de la noche, en especial para la actuación del legendario Sabicas o con la de The Oyster Band, de Gran Bretaña.

El elevado coste de las localidades -2.500 pesetas por día-, el intenso calor previsible para el fin de semana, y el hecho de que éste se coincida con el inicio de las vacaciones de agosto podrían hacer que el aparente fracaso inicial se materializara a lo largo de la jornada.

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