INTELECTUALES EUROPEOS

La silla vacía

, Para Alain Touraine es evidente que la modernidad ha concluido al "haberse agotado dos mitos, el de la razón todopoderosa y el míto de la revolución", pero este hecho no le lleva a pensar en un vacío posterior, sino en que la idea de revolución "ha sido reemplazada por la idea de democracia, idea que descansa sobre un dualismo, un equilibrio inestable". Y lo razona del siguiente modo: "La democracia no consiste en reemplazar a un príncipe por otro príncipe (en este caso el pueblo); en el centro de su hipotético estrado debe haber una silla vacía, que sería el punto de equilibrio de la tensió...

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, Para Alain Touraine es evidente que la modernidad ha concluido al "haberse agotado dos mitos, el de la razón todopoderosa y el míto de la revolución", pero este hecho no le lleva a pensar en un vacío posterior, sino en que la idea de revolución "ha sido reemplazada por la idea de democracia, idea que descansa sobre un dualismo, un equilibrio inestable". Y lo razona del siguiente modo: "La democracia no consiste en reemplazar a un príncipe por otro príncipe (en este caso el pueblo); en el centro de su hipotético estrado debe haber una silla vacía, que sería el punto de equilibrio de la tensión que producen los agentes sociales " .

Considera un deber "oponerse al orgullo de la razón que construyó la modernidad" y dar entrada al mundo de la subjetividad, que frecuentemente "descansa en valores religiosos".

La razón "no constituye el espíritu de Europa, más bien la noción de Estado parece hacerlo, al menos dos grandes guerras se han desarrollado en su seno por la lucha entre razón y Estado".

El renacimiento de una subjetividad que pueda servir de equilibrio a la razón va unido a reformas imprescindibles. "La escuela debe tener un espacio para el hecho religioso. Es inconcebible que un joven francés no sepa nada del cristianismo, y si me apuran de los griegos y romanos; esto, al margen de una desprotección del sujeto, hace bastante inviable que se lean ciertos libros".

Este peligro se acrecienta con un tercero, de talante más íntimo, que crece en la esfera de lo privado: "Es obvio que estamos amenazados por una esquizofrenia entre nuestra vida pública y la privada. Se da el caso de tener un empleo altamente tecnificado, un especialista en informática, que al regresar a su casa entra en el mundo de las sectas, de la irracionalidad afectiva...".

El grado de modernidad, señala Touraine, "se mide por la posibilidad de equilibrio entre la vida privada y la pública, entre la razón y la subjetividad. No debe haber ni fusión ni separación: tensión, equilibrio".

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