La banca acreedora de Argentina tiene sus expectativas puestas en la capitalización de la deuda exterior

, ENVIADO ESPECIAL, La deuda exterior argentina es de unos 58.600 millones de dólares, y el país no paga intereses (el principal fue refinanciado a 15 años) desde hace un año. La deuda pública es de 44.722 millones de dólares, mientras que la privada es de 6.700 millones, frente a 15.000 millones de 1981. La reducción de la deuda privada se debe a que el Estado se la subrogó por la vía de un seguro de cambio que rebajó la deuda privada y aumentó la pública en 9.000 millones de dólares.

Nadie en este país, ni entre la población en general ni entre los políticos, piensa que esa deuda se p...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

, ENVIADO ESPECIAL, La deuda exterior argentina es de unos 58.600 millones de dólares, y el país no paga intereses (el principal fue refinanciado a 15 años) desde hace un año. La deuda pública es de 44.722 millones de dólares, mientras que la privada es de 6.700 millones, frente a 15.000 millones de 1981. La reducción de la deuda privada se debe a que el Estado se la subrogó por la vía de un seguro de cambio que rebajó la deuda privada y aumentó la pública en 9.000 millones de dólares.

Más información

Nadie en este país, ni entre la población en general ni entre los políticos, piensa que esa deuda se pague alguna vez. El Partido Justicialista, que había solicitado una moratoria de la deuda por cinco años en su programa electoral -moratoria de intereses-, dejó de agitar la consigna cuando la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) recogió el plan Brady, que incorpora quitas de hasta el 20% sobre la deuda. "El justicialismo quedó a la derecha política del imperalismo", arguyó un funcionario radical.Mientras, el eje de la deuda pasa por la capitalización de la misma. Los acreedores, capitaneados por el presidente del Citibank, Robert Handley, tienen claridad absoluta de que ésta puede ser al única vía de recuperar parcialmente los créditos morosos. Pero el camino de la capitalización está sembrado de piedras, al igual que las posibilidades de entrada del capital extranjero.

El año pasado, el Gobierno fracasó en un intento por abrir a la explotación petrolera extranjera los pozos en funcionamiento de Argentina. Éstos son explotados por yacimientos petrolíferos fiscales (YPF). Las petroleras multinacionales estaban interesadas en los pozos en explotación para aplicarles métodos secundarios y terciarios de recuperación, que pueden incrementar sensiblemente su rendimiento. Pero la cerrada oposición del sindicato del sector que ocupó los pozos y las oficinas de YPF impidió que se cediera la explotación de los pozos en manos de la empresa estatal. El Gobierno radical y las multinacionales debieron conformarse con la prospección de nuevas zonas de explotación, obviamente más costosa que la posibilidad de quedarse con los pozos existentes. De todas formas, la prospección fue licitada, y hasta el momento es exitosa.

Pero la resistencia sindical, como la oposición política a este tipo de operaciones, supone una barrera con la que cualquier Gobierno deberá contar a la hora de la capitalización. Lo cierto es que buena parte de la industria argentina es rentable y viable, contra el tópico habitual que prefiere condenarla. Su principal problema es el fuerte endeudamiento en divisas. De allí el interés de los acreedores por la capitalización. En especial, las empresas e industrias vinculadas al comercio exterior. Los sectores químico, siderúrgico, del aluminio, industria farmacéutica, papel y manufacturas de máquinas y herramientas, tienen mercado y compiten a nivel internacional.

Balanza comercial

Para comprobarlo basta echar una mirada a la balanza comercial argentina. Hacerlo es una sorpresa que tiende a romper con los tópicos. La balanza comercial argentina no ha registrado déficit -salvo raras excepciones, como en 1971 o 1980 y 1981 - en los últimos 18 años. En algunos años, los superávit han sido pequeños, como en 1987, con sólo 583 millones de dólares de beneficio comercial neto. Pero en 1986 el saldo favorable fue de 2.128 millones de dólares, y en 1988, de 3.629 millones de dólares.Lo curioso es que un país que gana dinero con su intercambio comercial esté en quiebra. Los motivos son obvios. El servicio de la deuda exterior supone más que el balance comercial de la nación, en torno a los 3.500 millones de dólares según el tipo de interés vigente. Pero en el último año no se pagaron intereses.

Archivado En