Tribuna:FERIA DE ABRIL

Ir a los toros

, Ir a los toros en Sevilla. ¿Desde dónde? ¿A qué sitio? No se puede ir con prisas. También la aproximación a la plaza tiene su rito. No es lo mismo ir a pie que en tracción de sangre o mecánica. En ' esta última pasaremos indemnes. No nos quedará ninguna huella.

¿Desde dónde? Para ir a la plaza se pueden elegir varias rutas entrañables. Elijamos en esta ocasión la de la calle Betis, en Triana. Triana es el Parnaso del toreo. Desde allí, antes de marchar, elevemos la mirada hacia la Maestranza. La fascinación no debe impedirnos partir. Seamos prudentes en la observación del paisaje urba...

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, Ir a los toros en Sevilla. ¿Desde dónde? ¿A qué sitio? No se puede ir con prisas. También la aproximación a la plaza tiene su rito. No es lo mismo ir a pie que en tracción de sangre o mecánica. En ' esta última pasaremos indemnes. No nos quedará ninguna huella.

¿Desde dónde? Para ir a la plaza se pueden elegir varias rutas entrañables. Elijamos en esta ocasión la de la calle Betis, en Triana. Triana es el Parnaso del toreo. Desde allí, antes de marchar, elevemos la mirada hacia la Maestranza. La fascinación no debe impedirnos partir. Seamos prudentes en la observación del paisaje urbano. Si derivamos la mirada hacia la derecha nos vamos a topar con la Torre del Oro, con el palacio de San Telmo, el de los Montpensier, la segunda corte del XIX. ¡Y la Giraldal Si a la iz-' quierda, el puente de Triana, el que atraviesa El Cachorro añotras año, desde 1682, en que lo talló Ruiz-Gijón. El que traspuso, en tantas tardes de gloria inmarcesible, la figura descuadernada y épica de Juan Belmonte.

Partamos con sosiego, como es el toreo. Hagamos el propósito, no obstante, de volver otro día para devorarnos en el caserío, bien entretenido, del XVIII. Ya estamos en el Altozano. Nos sorprenderá el monumento de Venancio Blanco al Pasmo de Triana. A caballo entre la abstracción y el realismo será chusco comprobar las encontradas reacciones que suscita. En la misma boca del puente, un minúsculo pero entrañable edificio vigía, que otrora fuera estación del vapor de la línea Sevilla-Sanlúcar. ¡Qué donaire!, ¡qué salero! Es que Triana ha sido siempre muy marinera.

Al cabo del puente ya estamos en Sevilla. Sí, no se asombren los forasteros. Los trianeros todavía dicen: "Tengo que ir a Sevffla".Ya entramos en El Arenal, uno de lo barrios toreros de Sevilla. La Alameda, San Bernardo y Triana completan la cuadrilogía del toreo en la Sevilla urbana. Ya, en el Baratillo, tenemos varias opciones para entrar a la Maestranza. Para recibir la primera impresión hagámoslo, sin duda, por la Puerta del Príncipe.Corrida y Giralda¿Desde dónde vamos a ver los toros? Si queremos, desde nuestro asiento, hacer doblete: sentir la corrida y admirar la Giralda, vamos a colocarnos un poquito altos: en el sillón de tendido o en la delantera de palco, naturalmente de sombra. Desde allí, según los grabados del XVIII, se dominaba no sólo la Giralda, sino la catedral entera. Cuidemos de no ponernos muy cerca de la música, pues aunque a la banda del maestro Tejera da gloria oírla, la excesiva cercanía nos impediría apreciar sus calidades. Los comentarios con nuestro vecino de localidad en voz baja. En la Maestranza se habla, como en misa, lo imprescindible y bajito. Advertiremos que nada rompe la armonía de la plaza. No hay un solo anuncio. Deberían prohibirse también las pancartas. Hay razones estéticas de superior orden que así lo aconsejan.

la derecha de tu localidad veras el palco real. Existía una hermosa tradición que convendría restablecer. Cuando las personas reales no honraban con su presencia el espectáculo, se colocaba un magno retrato del hermano mayor de la Maestranza presidiendo la corrida. Durante muchos años tal cargo recayó en el rey. En el museo, que acaba de inaugurar la Corporación, existe el retrato bajo dosel de Fernando VII que se utilizaba para presidir las corridas. Ya suena el clarín. Ya empieza el sacrificio.

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