Crítica:TEATRO

El horror de la entropía

Primero fue una comedia de Woody Allen estrenada en Nueva York; después, una película del mismo que, con el título de Play it again, Sam, se estrenó en 1972; llegó a España como Sueños de un seductor. Más tarde, una versión española de la comedia hecha por Juan José de Arteche, interpretada por Nicolás Dueñas -aún la hacen varios grupos independientes-, que esta vez se llamó Aspirina para dos.Luego, una versión catalana de Ricard Reguard que volvió al título de la película, ¡Tócala otra vez, Sam! Ahora llega a Madrid con el mismo título, traducida al castellano por ...

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Primero fue una comedia de Woody Allen estrenada en Nueva York; después, una película del mismo que, con el título de Play it again, Sam, se estrenó en 1972; llegó a España como Sueños de un seductor. Más tarde, una versión española de la comedia hecha por Juan José de Arteche, interpretada por Nicolás Dueñas -aún la hacen varios grupos independientes-, que esta vez se llamó Aspirina para dos.Luego, una versión catalana de Ricard Reguard que volvió al título de la película, ¡Tócala otra vez, Sam! Ahora llega a Madrid con el mismo título, traducida al castellano por el mismo adaptador y director, interpretada por Guillermo Montesinos. Dicen que la entropía es el demonio que perturba y degenera el mensaje, y eso ocurre con esta obra.

¡Tócala otra vez, Sam!

Woody Allen. Adaptación de Ricard Reguard. Intérpretes: Guillermo Montesinos, Cristina Dilla, José Luis San Juan, Alberto Dueso, Nuria Cano, Nuria Hosta. Dirección de Ricard Reguard. Teatro Príncipe, 17 de marzo.

Es difícil que aquello que fue ideado para un tipo de pequeño intelectual judío en Nueva York llegue a ser un muchacho tímido y obseso sexual de Barcelona / Madrid por mucho que se cambien los chistes, los apellidos, los nombres de lugar (cuanto más se cambien, peor). Y que lo que era una comedia humorística de costumbres neoyorquinas del principio de los 70 pueda tener vigencia en Barcelona / Madrid en 1989. Lo que Woody Allen construyó para sí mismo y sus valores interpretativos de entonces pueda ser hecho por un actor español actual, aunque ponga todo el coraje y el empeño, y la calidad, de Guillermo Montesinos. La decrepitud, el uso, han ido acabando con el tema; las sustituciones y traducciones sucesivas, con su gracia, y el tiempo, con todo lo demás.

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