Antonio López cree "desmesurado" lo pagado por el retrato de Argenta

El retrato de Ataúlfo Argenta, de Antonio López, pintado en 1958, que se subastó el pasado jueves en 54 millones de pesetas, fue vendido por el pintor, en 1971, a un galerista de París por unas 70.000 pesetas. Antonio López afirmó ayer que le asustan las subastas y que considera "desmesurado" el precio pagado por su obra."Aparecer en una subasta es para mí un duro trago, la venta pública de cuadros me asusta muchísimo; lo que me tranquiliza es saber que yo no participo en estas cosas, que se hallan fuera de mi control e incluso de mis deseos, algo que han decidido los demás", afirmó ayer A...

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El retrato de Ataúlfo Argenta, de Antonio López, pintado en 1958, que se subastó el pasado jueves en 54 millones de pesetas, fue vendido por el pintor, en 1971, a un galerista de París por unas 70.000 pesetas. Antonio López afirmó ayer que le asustan las subastas y que considera "desmesurado" el precio pagado por su obra."Aparecer en una subasta es para mí un duro trago, la venta pública de cuadros me asusta muchísimo; lo que me tranquiliza es saber que yo no participo en estas cosas, que se hallan fuera de mi control e incluso de mis deseos, algo que han decidido los demás", afirmó ayer Antonio López, en una entrevista telefónica. "Aunque", puntualiza, "considero naturales estas cosas, porque los pintores y los galeristas tienen así ocasión de conectar con los posibles compradores". La obra fue adquirida por el Gobierno cántabro.

El cuadro es de 1958, año en que el pintor, todavía soltero, trabajaba a caballo entre La Mancha y Madrid. No tenía una especial pasión por la música ni tampoco había cruzado palabra alguna con Ataúlfo Argenta, quien acababa de morir. "Pero creía que se trataba de un personaje muy representativo del arte, muy respetado, creo, por la sociedad española, a quien los periódicos dedicaron tras su prematura desaparición grandes espacios ilustrados por numerosas fotografías, la mayor parte de ellas sin una excesiva calidad, en blanco y negro, claro. Una de ellas me sirvió para hacer el cuadro. Para pintar sus manos, actuó de modelo, mostrándome las suyas, otro pintor de Santander, Enrique Gran, y la guitarra que aparece tras las partituras la tenía mi padre en su casa en Tomelloso".

Antonio López ya iniciaba su proyección artística hacia un realismo inorgánico, pero confiesa hoy que tenía problemas con el color. "Así que, como no veía clara la consecución del retrato, sobre todo por carecer de modelo, tan pronto lo cogía como lo dejaba, y creo que así transcurrió todo el año 1958, hasta que lo rematé". El pintor tuvo el cuadro ,en su poder durante 14 o 15 años, hasta que lo vendió a un galerista de París, tal vez en 1971.

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