La guerra que perderán los consumidores

El comienzo del nuevo año sería poco afortunado si no se evita que la disputa comercial entre EE UU y la Comunidad Europea provoque- un serio deterioro en las relaciones entre los mayores socios comerciales mundiales.A primera vista parece que la CE tiene a su favor la mayoría de los argumentos. Siguiendo la alarma producida a principios de los años ochenta respecto a los efectos de la carne con hormonas en los consumidores, se prohibió no sólo la hormona supuestamente perjudicial, sino todas las demás en la producción cárnica comunitaria, con efectos desde el pasado mes de enero, para los paí...

El comienzo del nuevo año sería poco afortunado si no se evita que la disputa comercial entre EE UU y la Comunidad Europea provoque- un serio deterioro en las relaciones entre los mayores socios comerciales mundiales.A primera vista parece que la CE tiene a su favor la mayoría de los argumentos. Siguiendo la alarma producida a principios de los años ochenta respecto a los efectos de la carne con hormonas en los consumidores, se prohibió no sólo la hormona supuestamente perjudicial, sino todas las demás en la producción cárnica comunitaria, con efectos desde el pasado mes de enero, para los países miembros de la Comunidad, y desde el 1 de enero de 1989, para las importaciones.

Las guerras comerciales empobrecen considerablemente a todos los que participan en ellas. Ambas partes deberían suspender las medidas que han adoptado y la cuestión de la carne tratada con hormonas debiera solucionarse bajo el arbitrio de un comité de expertos del GATT.

Alternativamente, habría que sustituir la prohibición de la CE por un reglamento que exigiera que todas las carnes frescas mostraran una clara identificación de que no tienen hormonas u otro tratamiento. Así los consumidores podrían elegir. El libre comercio internacional y las relaciones entre Estados, Unidos y Europa son demasiado importantes como para ponerlas en peligro por una regulación de dudosa validez científica.

, 30 de diciembre