Por siempre, Wilko

Wilko Johnson es el típico caso de guitarrista totalmente formado, satisfecho con su estilo y sin el más mínimo afán de evolución. Y para demostrar que su tozudez no es gratuita, ofrece electrizantes conciertos repletos de genuino rhythm and blues. Muchos le acusan por ello, alegando la total falta de sorpresa de su puesta en escena, ajenos a que ésa es su gran fuerza.Todos sabemos lo que Wilko ofrece, y no hay espacio para el engaño o la decepción. Desde que abandonó el grupo Dr. Feelgood a finales de los setenta, ha trabajado en solitario y con varias bandas de acompañamiento.

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Wilko Johnson es el típico caso de guitarrista totalmente formado, satisfecho con su estilo y sin el más mínimo afán de evolución. Y para demostrar que su tozudez no es gratuita, ofrece electrizantes conciertos repletos de genuino rhythm and blues. Muchos le acusan por ello, alegando la total falta de sorpresa de su puesta en escena, ajenos a que ésa es su gran fuerza.Todos sabemos lo que Wilko ofrece, y no hay espacio para el engaño o la decepción. Desde que abandonó el grupo Dr. Feelgood a finales de los setenta, ha trabajado en solitario y con varias bandas de acompañamiento.

Y éste puede ser su único fallo, puesto que es obvio que necesita un cantante, una voz que permita que la suya, escasa e insípida, permanezca en silencio. Por otro lado, el bajista Norman Whiteroe, que acompañó una temporada a los Blockheads de Ian Dury, se confirma como un buen instrumentista, pero su virtuosismo no tiene lugar dentro del bloque sonoro creado por la guitarra de un Wilko que punteó con la mano desnuda, sin púa, dando una lección de cómo crear sólidos y consistentes riffs.