La guerrilla afgana no aceptará un Gobierno impuesto y continuará la guerra

Abdul Karir Kariad, presidente de Asuntos Políticos de la fundamentalista Hezb-i-Islami de Gulbulddin Hekmatyar, dijo ayer en Ginebra que, aunque los soviéticos abandonen Afganistán, "la guerra continuará" porque los muyaidines no aceptarán un Gobierno impuesto. Kariad aseguró que hablaba en nombre de la alianza integrada por las siete fuerzas guerrilleras que el pasado 23 de febrero anunció la formación de un Gobierno provisional en Peshawar (Pakistán). Las conversaciones Indirectas entre Pakistán y Afganistán para la retirada de las tropas soviéticas de este último país continuaron ayer en G...

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Abdul Karir Kariad, presidente de Asuntos Políticos de la fundamentalista Hezb-i-Islami de Gulbulddin Hekmatyar, dijo ayer en Ginebra que, aunque los soviéticos abandonen Afganistán, "la guerra continuará" porque los muyaidines no aceptarán un Gobierno impuesto. Kariad aseguró que hablaba en nombre de la alianza integrada por las siete fuerzas guerrilleras que el pasado 23 de febrero anunció la formación de un Gobierno provisional en Peshawar (Pakistán). Las conversaciones Indirectas entre Pakistán y Afganistán para la retirada de las tropas soviéticas de este último país continuaron ayer en Ginebra.

Kariad indicó que espera que Rakinstán no se deje influir por presiones externas y cumpla sus responsabilidades islámicas" para con Afganistán. Según el líder de uno de los movimientos guerrilleros que más apoyo ha recibido de Estados Unidos, Moscú y Washington se mueven por los mismos intereses: impedir el establecimiento de un gobierno muyaidin en Kabul.Kariad criticó duramente a Estados Unidos por presionar a Pakistán para que firme el acuerdo con Afganistán que se negocia por intermedio de la ONU y declaró que tras ese acuerdo se encuentra "la mano judía" que prefiere en Kabul un Gobierno comunista a uno islámico.

El ministro de Exteriores de Pakistán, Zain Noorani, que interrumpió durante el fin de semana las negociaciones sobre la retirada soviética que se están realizando en Ginebra, mantuvo ayer al reiniciarse la sesión una postura más dura.

Noorani participó durante el fin de semana en Rawalpindi (Pakistán) en una conferencia entre el Gobierno de Mohammed Khan Junejo y los principales líderes de la oposición sobre el desarrollo del acuerdo y sin duda se entrevistó con la resistencia muyaidin. El diplomático declaró a su llegada a Ginebra que los afganos tienen que "cooperar" para evitar un baño de sangre cuando los soviéticos abandonen Afganistán.

Con estas palabras, el jefe de la diplomacia paquistaní insistía en que la formación de un Gobierno de transición en Kabul es una cuestión "fundamental", no sólo de interés afgano, sino también de Pakistán, la Unión Soviética y Estados Unidos, ya que todos quieren que tras la retirada de las tropas soviéticas haya "paz y calma" en Afganistán.

La oposición paquistaní

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Benazir Butho, principal líder de la oposición paquistaní, dijo tras el encuentro que "lo prioritario" es la retirada soviética de Afganistán, y que la formación de un Gobierno corresponde sólo a los afganos.La posición de Butho es compartida por Afganistán, la URSS e incluso Estados Unidos, que es el aliado principal de Pakistán y el suministrador de armas a la resistencia afgana. Sin embargo, el Gobierno de Junejo teme que, de no asegurarse la formación de un Gobierno de transición, la situación en Afganistán pueda ser caótica después de estos nueve años de guerra civil, lo que impediría que los 320.000 refugiados afganos que viven en territorio paquistaní vuelvan a su país. En Irán hay otros dos millones de refugiados.

Para Pakistán, el acuerdo tiene que asegurar garantías para la vuelta de los refugiados; de ahí su insistencia en que se forme un Gobierno de transición que englobaría a la resistencia afgana, que hasta ahora ha rechazado las conversaciones de Ginebra por no estar representada en ellas.

El Gobierno de Islamabad, que desde que se iniciaron estas conversaciones, hace cinco años y medio, ha sido el bueno de la película, ha visto cómo se han cambiado los papeles desde que el 8 de febrero pasado Moscú expresase su disposición a retirarse. Ahora está sometido a fuertes presiones, procedentes tanto de la oposición interna, que contesta la legalidad de Junejo, como de la comunidad internacional, en la que se incluyen sus más estrechos aliados. Para unos y otros, lo principal es que se vayan los soviéticos.

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