Bolivia como síntoma

El perdón de la deuda externa boliviana puede convertirse en precedente de otros casos más difíciles

JOAQUIN ESTEFANÍA Casi coincidiendo con la última asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, Bolivia ha llegado a un esquema de recompra de parte de su deuda externa, que supone de hecho la condonación. Esta experiencia puede convertirse en el precedente de una serie de casos más difíciles y abre una vía de flexibilidad para resolver el problema del endeudamiento externo del Tercer Mundo, que supera ampliamente el billón de dólares. Algo puede estar cambiando.

Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, hizo un discurso mucho menos plano del que en otras...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

JOAQUIN ESTEFANÍA Casi coincidiendo con la última asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, Bolivia ha llegado a un esquema de recompra de parte de su deuda externa, que supone de hecho la condonación. Esta experiencia puede convertirse en el precedente de una serie de casos más difíciles y abre una vía de flexibilidad para resolver el problema del endeudamiento externo del Tercer Mundo, que supera ampliamente el billón de dólares. Algo puede estar cambiando.

Más información

Carlos Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, hizo un discurso mucho menos plano del que en otras ocasiones representó a España. La última asamblea del FMI y del Banco Mundial, celebradas apenas hace una semana en Washington, supuso un giro práctico en la estrategia que sobre el endeudamiento externo del Tercer Mundo abrió en Seúl el secretario del Tesoro norteamericano, James Baker. El llamado plan Baker ha sido poco a poco arrinconado por rígido. Solchaga criticó tal plan y se sumó -por primera vez- a la propuesta británica de condonar parcialmente los créditos de los países más pobres.Dicho y hecho. Quizá para dar ejemplo práctico de su discurso teórico, España ha abanderado una sofisticada operación que supone el perdón de una parte de los préstamos adquiridos por Bolivia y que puede convertirse en paradigma de otros casos.

República de Weimar

Tras la llegada al poder del presidente Víctor Paz Estenssoro, la economía boliviana abordó un programa de ajuste que ha dado lugar a un saneamiento parcial de los desequilibrios macroeconómicos del país andino. Bolivia ha dejado de ser el espejo contemporáneo de la República de Weimar. A pesar de ello, la carga de la deuda externa supera los 4.000 millones de dólares, lo que supone un 1307. del producto interior bruto de la nación.

Los procesos de refinanciación tradicional de la deuda bilateral garantizada, que Bolivia ha conseguido con el Club de París, no han servido para resolver la situación aunque hayan paliado los impactos más negativos y postergado el problema. En julio de 1986, Bolivia refinanció su deuda aplazando el pago del 100% del principal, intereses y retrasos durante el periodo 1986-1987. Dentro de poco, las autoridades bolivianas volverán a examinarse ante el Club de París. Por lo que se refiere a la deuda multilateral, Bolivia sigue haciendo frente a sus obligaciones.

Por otra parte, el servicio de la deuda con la banca comercial ha estado en suspenso desde mayo de 1984; la cotización de esta deuda en el mercado secundario ha alcanzado recientemente descuentos de hasta el 90% de su valor (Perú, por ejemplo, está en porcentajes similares). Por ello, algunos bancos han sido forzados por las autoridades monetarias respectivas a reducir total o parcialmente el valor contable de sus activos sobre Bolivia.

Ante esta situación, acreedores y deudor han pactado un esquema, el esquema boliviano, que supone la, recompra por parte de Bolivia de los créditos que mantiene con 131 bancos comerciales. Lo novedoso son las condiciones en las que se ha obtenido este pacto de recompra, que supone de hecho una condonación parcial de los préstamos y el reconocimiento de la imposibilidad matemática de que fuesen devueltos. Las seis cláusulas del nuevo contrato son:

-La deuda a recomprar en el mercado secundario totaliza alrededor de 660 millones de dólares del principal.

-Las autoridades bolivianas utilizarán a este fin los fondos procedentes de donaciones de terceros países, no pudiendo utilizar fondos propios. Las donaciones se canalizarán hacia un trust fund específicamente establecido en el FMI, organización encargada de supervisar todo el proceso.

-Una vez alcanzada la masa crítica de donaciones canalizadas al trust, evaluada en 50 millones de dólares, y conseguida la aprobación del real decreto que necesita el Gobierno boliviano, la operación tendrá un plazo máximo de gestación de cuatro meses. Se estima que el decreto se aprobará casi inmediatamente. España es el primer país que ha oficializado su donación (véase información adjunta).

-El Gobierno boliviano y los ejecutores de la operación, Merryl Lynch y Salomon Brothers, ofertarán un precio único a los bancos para la recompra de su deuda. Se estima que éste oscilará entre 10 y 12 centavos de dólar por dólar de valor facial. También se ofrecerá la posibilidad de que los bancos que deseen invertir en Bolivia realicen swaps deuda/bonos.

-El monto de la deuda que reste tras la operación será refinanciado en términos concesionales entre los bancos y el Gobierno boliviano.

-Bolivia no acudirá en el corto plazo nuevamente al mercado de préstamos de la banca comercial, confiando exclusivamente en préstamos oficiales y en sus propios recursos.

Menús para todos

El esquema boliviano es uno más de los nuevos menús que tanto por parte de los acreedores como de los deudores se están intentando ensayar para dar salidas a la crisis de la deuda externa que, bajo diferentes modalidades, ha emergido desde el verano de 1982.

Al hacer una valoración de esta crisis el pasado mes de agosto en Nueva York, el secretario general de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Norberto González, afirmó: "Lo que más llama la atención a mediados de 1987 respecto de la evolución que ha experimentado el proceso de renegociación de la deuda en América Latina (cerca de 400.000 millones de dólares) es la gran diversidad de circunstancias que confrontan los acreedores. Es evidente que la variedad de opciones para la amortización de la deudz que tienen ante sí los acreedores es mucho más amplia hoy que en 1982. Ahora existe la posibilidad de capitalizar la deuda, de suscribir acuerdos de recompra, de hacer pagos en especie, de recurrir a los bonos de salida, de modificar los plazos de pago de los intereses e incluso la perspectiva de intercambiar la deuda por una participación activa en las transacciones del mercado de valores de los países deudores".

La CEPAL entiende que "esta ampliación de las opciones ha resultado en principio útil porque en contraposición con lo que

Bolivia como síntoma

ocurra en los comienzos -cuando todos los bancos tenían que atenerse a una sóla fórmula de reprogramación acompañada de préstamos involuntarios- los acreedores tienen ahora más libertad para buscar las opciones que reflejen mejor sus intereses en cuanto al mejoramiento de su cartera".Exigir la condonación

Sin embargo, la CEPAL advierte que "es cierto también que un mercado más amplio en sí mismo constituye sólo una solución muy parcial para el problema de la deuda y que de ninguna manera reemplaza una iniciativa global y multilateral auspiciada por los gobiernos, solución que inevitablemente debe incluir la condonación de la deuda en algunos casos", Para el organismo de las Naciones Unidas salta a la vista que "el plan Baker, casi dos años después de haber sido dado a conocer, no ha logrado suministrar los elementos necesarios para administrar en forma coherente el problema de la deuda".

El mismo secretario del Tesoro de EEUU, James Baker, quizá reconociendo implícitamente la rigidez de su plan, enumeró varios de los menús complementarios al mismo en la asamblea del FMI de Washington, que demuestran la variedad de opciones citada por la CEPAL: nuevos créditos comerciales para el sector privado, que favorezcan las importaciones y permitan a las entidades financieras mayores seguridades de recuperación de sus préstamos; provisiones crediticias para el sector privado que permitan la obtención de fondos para uso productivo garantizado; emisión de bonos privilegiados que garanticen a los bancos su recuperación frente a acreedores terceros; activos o bonos convertibles en valores y acciones locales que ayuden a estimular la actividad productiva de las empresas; exit bons (bonos de calidad) que permitan a los bancos con escaso riesgo salirse del proceso de renegociación de la deuda vieja, facilitando el futuro entendimiento entre acreedores y deudores; conversión de la deuda por valores que reduzcan el principal y los pagos de intereses, al tiempo que mejoren la relación recursos propios / ajenos en las emisiones exteriores; capitalización de intereses de forma voluntaria y limitada, pero sólo en pequeños deudores; créditos institucionales para el ajuste de desequilibrios de balanza de pagos; cambios en las regulaciones contables norteamericanas que permitan a los bancos comerciales introducir este tipo de mecanismo en las renegociaciones de la deuda, etcétera.

De todos estos nuevos menús el más puesto en práctica en los últimos tiempos ha sido el de capitalización de la deuda, es decir, la privatización de los préstamos mediante su cambio por acciones: las deudas se venden con un descuento y se convierten en dinero local, que se utiliza para la compra de participaciones o acciones empresariales.

No todas las voces que se han oído han alabado la bondad de la medida. Hay algunas críticas que indican que la capitalización de la deuda puede poner a los países complicados en almoneda. El profesor André Gunder Frank, experto en el estudio de la crisis mundial, ha dado la voz de alarma sobre las nuevas fórmulas de flexibilidad: "Primero, sólamente unos pocos miles de millones han sido convertidos de esta forma. Dada su escasa dimensión, los cerros de acciones existentes en los países deudores del Tercer Mundo no podrían ser canjeados más que por una pequeña parte del billón de dólares que constituye la montaña de la deuda del Tercer Mundo, o ni siquiera por cualquier porción importante de ese billón debida a los, bancos privados".

Las joyas de la familia

En segundo lugar, "los potenciales inversores extranjeros están más interesados en algunos países de Asia Oriental que en los países más endeudados de América Latina y África. Tercero, este procedimiento no contribuye con ningún nuevo capital al desarrollo de una nueva producción, sino que sólo transfiere las viejas empresas y recursos a nuevos propietarios. Cuarto, transfiere mayormente empresas públicas y recursos naturales nacionales a manos extranjeras. Quinto, en las ventas obligadas, el cambio por acciones de la deuda enajena estas empresas y recursos a precio de saldo. No obstante, buena parte de la actual deuda nominal no estaba correctamente contratada y ciertamente nunca fue recibida por el deudor como un flujo equivalente de capital o recursos reales del exterior. Por consiguiente, cambiar ahora esta deuda extranjera nominal por acciones reales equivale a dar las joyas de la familia por un plato de lentejas".

Por último, el profesor de economía de la universidad de Ámsterdam indica que "cualquier posible extensión de esos cambios de deuda por acciones de los tesoros nacionales más valiosos, tales como Petrobas y Pemex, despertará, por tanto y con toda justificación, una oposición nacionalista encarnizada".

Es posible que se haya iniciado una nueva era de la deuda, de la que se desconoce qué tipo de salida va a propiciar y quienes serán los más paganos.

Archivado En