Crítica:MÚSICA CONTEMPORÁNEA

Estrenos de Prieto y Chaynes en Alicante

ENVIADO ESPECIAL Desde el pasado domingo se desarrolla en Alicante el III Festival Internacional de Música Contemporánea, que organiza el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC), dependiente del INAEM. A lo largo de quince conciertos sinfónicos, de cámara, recitales, electrónica e improvisatoria, se ofrecen veintiún estrenos en España, diez estrenos mundiales, de los cuales cuatro responden a encargos efectuados por el CDMC para el presente festival. Además, se rinde homenaje a los mayores de nuestro siglo: Debussy, Ravel, Villa-Lobos, Ernesto Halfter, Roberto Gerhard, Manuel...

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ENVIADO ESPECIAL Desde el pasado domingo se desarrolla en Alicante el III Festival Internacional de Música Contemporánea, que organiza el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC), dependiente del INAEM. A lo largo de quince conciertos sinfónicos, de cámara, recitales, electrónica e improvisatoria, se ofrecen veintiún estrenos en España, diez estrenos mundiales, de los cuales cuatro responden a encargos efectuados por el CDMC para el presente festival. Además, se rinde homenaje a los mayores de nuestro siglo: Debussy, Ravel, Villa-Lobos, Ernesto Halfter, Roberto Gerhard, Manuel de Falla, Óscar Esplá, Igor Strawinsky, principalmente.

Las orquestas Nacional de España, Cámara de Holanda, London Sinfonietta, los grupos Barcelona 216, Alternance y Taller de Música Mundana, el Conjunto de Metales de la ONE, el Cuarteto Arcana y los solistas Flores Chaviano (guitarra), Francisco Martín, Eloísa Ibáñez (piano y violín), José Ortí (trompeta) y María José Sánchez (soprano) se encargan de las versiones guiadas por los maestros Ernst Bour, gran capítulo en la historia de la música de nuestro tiempo, Maximiano Valdés, Víctor Pablo Pérez, Luis Aguirre, Llorenç Barber, Luca Pfaff, Martínez Izquierdo y Lars-Gunnar Bodin. Particular interés encierran los monográficos dedicados a la música electrónica sueca y a las obras seleccionadas en la Semana Gaudeamus de Holanda. Paralelamente se desarrolla un curso de composición y análisis que dirige el compositor barcelonés Albert Sardá. En todo ello se advierte la orientación abierta de Tomás Marco.

Orquesta Nacional

Como debiera ser casi obligado, la apertura del festival estuvo a cargo de la Orquesta Nacional de España, con dos programas (domingo 13 y lunes 14) interpretados en el teatro Principal, dotado, por cierto, de excelente sistema de aire acondicionado, bajo la dirección de Maximiano Valdés y Víctor Pablo Pérez. En el primero se repuso Gardunak, de Antón Larrauri, trabajo ya conocido, que sitúa en la línea de explotación de los datos populares de Euskadi, modificados, naturalmente, por soluciones de tipo personal y rasgos obedientes a la sensibilidad contemporánea. El resto estuvo dedicado a Francia con los clásicos Claudio Debussy (Iberia) y Mauricio Ravel (La Valse) y el estreno español de Visages Micéniques, de Charles Chaynes (Toulouse, 1925).Es vario y rico el catálogo de Chaynes -cuya ópera sobre Bodas de sangre se estrenará el próximo año en Montpellier y París-. Dotado de especial aptitud para los géneros dramáticos (su Pour un monde noir, sobre poemas centroafricanos y de Martinica, es partitura tan bella como de excelente factura), tal condición no puede obviarla ni siquiera en obras de clara intencionalidad instrumental como los Visages. Así, el juego feliz de explotación y análisis de lo tímbrico parte de motivaciones dramáticas (Casandra, Electra) para lograr un todo equilibrado, fascinante y comunicativo que fue muy bien expuesto por Valdés y los nacionales.

Seguir la carrera de Claudio Prieto (Palencia, 1934) es algo obligado para quien se interese por la marcha de nuestra música. Ahora, el autor de las Sinfonías y de la reciente transcripción orquestal del Fandango de Soler nos sorprende con un nuevo giro o, si se quiere, la acentuación de otros anteriores, al escribir su virtuosístico Concierto mediterráneo para trompeta y orquesta, encargo del CDMC, dentro de unos cauces tonales de gran funcionalidad ("Torniamo all'antica", dijo Verdi), aunque renuentes a la discursiva tradicional. Verdadera pieza de bravura, el trompetista José Ortí, cuya misión solista de gran empeño apenas conoce reposo en la obra de Prieto, el Concierto busca la claridad de líneas y tonalidades y es, al mismo tiempo, arquitectural y poético (la cita de Juan Ramón en la nota autocrítica no es gratuita como punto de partida). La orquesta se produce no ya a tono con el solista, sino como si fuera, toda ella, otro gran solista, y el resultado es brillante y de seguro efecto.

En fin, un nuevo contacto con el detallismo, la pulcritud, la calidad de página, de Albert Sardá en Abstraccions, nos habla de un músico sensible, imaginativo y racional, cuyas formas son derivación natural de la sustancia. Los tres autores saludaron repetidas veces en unión de Víctor Pablo Pérez, que llevó a cabo un trabajo de primer orden.

También recibió homenaje de todos, el octogenario Ernesto Halfter después de escucharse sus veinteañeros Bocetos sinfónicos, poéticos, frescos y vivaces como el primer día. Cerró este segundo concierto El sombrero de tres picos, del que el director burgalés es buen intérprete y lo será, dada la orientación, mucho mejor.

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