La sala Zeleste renace en Barcelona como un complejo cultural de 4.000 metros cuadrados

Dos antiguas fábricas de alfombras y estampados albergan al nuevo local

Dos antiguas fábricas de alfombras y estampados, con una superficie total de casi 4.000 metros cuadrados, albergan en Barcelona el renacimiento de la sala Zeleste, un local que, en su primera sede y desde su apertura en 1973, fue pionero del rock y el undergroud catalanes y españoles y que, con el tiempo, se convirtió en centro de interrelación y dinamización cultural. Con el mismo nombre y parecido espíritu, pero adaptado a las posibilidades actuales y encarado al futuro, Zeleste resucita de la mano de Víctor Jou, su promotor de siempre, y a partir del próximo mes de septiembre -fecha de la i...

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Dos antiguas fábricas de alfombras y estampados, con una superficie total de casi 4.000 metros cuadrados, albergan en Barcelona el renacimiento de la sala Zeleste, un local que, en su primera sede y desde su apertura en 1973, fue pionero del rock y el undergroud catalanes y españoles y que, con el tiempo, se convirtió en centro de interrelación y dinamización cultural. Con el mismo nombre y parecido espíritu, pero adaptado a las posibilidades actuales y encarado al futuro, Zeleste resucita de la mano de Víctor Jou, su promotor de siempre, y a partir del próximo mes de septiembre -fecha de la inauguración oficial del complejo, que ahora está en rodaje- comenzará a explotar sus múltiples posibilidades como sede de conciertos y actuaciones, centro productor de vídeo, estudio de grabación de discos, espacio para reuniones artísticas y exposiciones, restaurante, bar, terraza y lugar de paseo e interrelación ciudadanos.

Al igual que en su primera, ubicación, el nuevo Zeleste es un local pionero a la hora de convocar al público en un barrio que hasta ahora no existia desde el punto de vista de la actividad cultural. A partir de septiembre, las múltiples salas, espacios, terrazas, pasadizos y plataformas resultantes de la conversión de una antigua fábrica de alfombras y otra de estampados acogerán actividades tan variopintas como la filmación de vídeoclips, conciertos de Franco Battiato (hacia el 15 de septiembre), Tom Waits (en noviembre), una feria de comics, actuaciones de danza y reuniones culturales de distinta naturaleza.

Ambiente abierto

"Cuando inauguramos la primera sala, en 1973 y en el casco antiguo de Barcelona", cuenta Victor Jou, "me decían que el local era demasiado grande y que nadie se desplazaría hasta allí; ahora nos dicen lo mismo y yo espero que con las mismas consecuencias. Lo bonito de este local y de esta zona es que no hay presión ambiental, no es un sitio de ésos que te clasífica con sólo decir donde está, tampoco es una zona en decadencia, ni rica ni pobre: es el único lugar de Barcelona donde se podía hacer; aquí podemos hacer lo que queramos".Además de bonito y urbanísticamente sugerente, el nuevo Zeleste es impresionante: un escenario principal de 120 metros cuadrados; platea y pista de baile de 900 metros cuadrados con capacidad para 3.000 personas; 500 metros cuadrados de terrazas, salón de recepciones y exposiciones de 550 metros cuadrados, sala de vídeo y tres grandes camerinos con todos los servicios, club privado, restaurante, seis bares, equipo de luces de 50.000 watios de potencia (ampliables a 200.000 con sólo conectar equipos auxiliares a tomas ya existentes) y, en un patio trasero del complejo, un remolque que permite la grabación en directo de los conciertos, con todas las garantías de un estudio de grabación.

"Lo que más ilusión me hace es algo difícil de concretar; por un lado, ésta es una aventura privada, sin subvenciones ni servidumbres de ningún tipo", explica Victor Jou; "por otro lado, se trata de dinamizar toda una historia cultural nueva, dar ,canales de salida a una serie de corrientes que ya existen y están entre la cultura, el arte y la tecnología. Pienso que Barcelona es una de las capitales europeas que tienen mayor impacto, que sorprenden más a la juventud, pero nos falta aún montar unos esquemas sociales y culturales adecuados a la época que vivimos, por ejemplo en lo que se refiere a la normativa legal del espectáculo, las regulaciones de la vida nocturna, etcétera, que están como hace 20 años. Creo que algunas instituciones que deberían facilitar esto carecen de generosidad y hay que operar al revés, sin querer capitalizar nada de inmediato y haciendo que la gente funcione; incluso podría ser que la cultura fuese mejor y mas barata".

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