De lo popular, a lo culto

Fueron los squatters y no el Ministerio de Cultura quienes hicieron por primera vez popular este inmueble abandonado de Ronda de Atocha, 35.La pasada primavera, una treintena de jóvenes que se autodenominaban 'Los squatters de Atocha' ocuparon el edificio durante una semana hasta que la madrugada del 7 de abril fueron desalojados entre broncas e insultos por la policía.

Curiosamente, estos jóvenes, que veían en esta ocupación una solución para "no pasarnos los fines de semana bebiendo lítronas y chutándonos", tenían unos objetivos casi similares a los del Intituto Nacional...

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Fueron los squatters y no el Ministerio de Cultura quienes hicieron por primera vez popular este inmueble abandonado de Ronda de Atocha, 35.La pasada primavera, una treintena de jóvenes que se autodenominaban 'Los squatters de Atocha' ocuparon el edificio durante una semana hasta que la madrugada del 7 de abril fueron desalojados entre broncas e insultos por la policía.

Curiosamente, estos jóvenes, que veían en esta ocupación una solución para "no pasarnos los fines de semana bebiendo lítronas y chutándonos", tenían unos objetivos casi similares a los del Intituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) con respecto al futuro del edificio.

Los squatters pretendían crear una universidad popular en la que incorporar talleres de carpintería, bibliotecas, un centro de reciclaje de papel y salas de ensayo de música y teatro. Para llevar a cabo todos estos proyectos, pensaban dirigirse al Ministerio de Cultura con la intención de solicitar que se les cediera el edificio.

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Lo que quizá ignoraban es que el Ministerio de Cultura, comprador del inmueble, vio el cielo abierto al adquirir el edificio por la irrisoria cantidad de 77 millones de pesetas, ya que el INAEM se ve obligado, desde hace años, a alquilar de particulares locales para desarrollar actividades de sus diferentes, unidades de producción.

A pesar del coste de las obras de restauración, más de un directivo del INAEM, entre sonrisas de picardía, hace estos días con los dedos la cuenta de la vieja y concluye que el nuevo centro, amortizado en pocos años, supondrá un ahorro no a largo plazo.

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