Cartas al director

Ministro de 1968

Desde que oí al señor Maravall en el programa de Mercedes Milá su interés por la música actual (admiración por Sting, entre otros) pensé que al menos había un ministro que pisaba la calle, que podía tener una sensibilidad diferente por la gente de a pie, y encima era el ministro de Educación. Le admiraba.Hace poco le oigo decir en el telediario: "Si cada estudiante pudiera cursar los estudios que quisiera, la sociedad tendría un gran problema. Ello no puede ser", o algo parecido.

No quiero manifestar la valoración ética que me merecen dichas palabras, pero sí decirle que he comprendido ...

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Desde que oí al señor Maravall en el programa de Mercedes Milá su interés por la música actual (admiración por Sting, entre otros) pensé que al menos había un ministro que pisaba la calle, que podía tener una sensibilidad diferente por la gente de a pie, y encima era el ministro de Educación. Le admiraba.Hace poco le oigo decir en el telediario: "Si cada estudiante pudiera cursar los estudios que quisiera, la sociedad tendría un gran problema. Ello no puede ser", o algo parecido.

No quiero manifestar la valoración ética que me merecen dichas palabras, pero sí decirle que he comprendido que actúa como un tecnócrata más, al igual que el resto de sus compañeros de Gobierno, donde al parecer los problemas sociales se manejan en parámetros matemáticos y todo consiste en unas décimas de más o de menos en cualquier estadística. Están convencidos de que la sociedad se puede estructurar en

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grupos de gentes cualificadas según la demanda del mercado de trabajo, algo así como el Mundo feliz, de Huxley. No se dan cuenta de que antes de sacar la nueva hornada de técnicos ya no existe su especialidad.

¿Por qué no ponen númerus clausus para barrenderos, electricistas, camareros, costureras, amas de llaves, mecánicos, barberos, pintores, etcétera? También ellos son un problema para la sociedad.

Ninguna formación garantiza en el futuro un puesto de trabajo. Además, la Universidad no es sólo un medio de llegar a un empleo; también es un medio de elevar el conocimiento del individuo, independientemente del usó que él haga de ello. Hagamos, pues, que todo aquel que lo desee pase por la Universidad, y elevaremos el humanismo de la sociedad, ya que el problema del trabajo futuro en nada concierne al deseo que tienen los individuos de aumentar sus conocimientos.

Una sociedad que es capaz de negar esta posibilidad a sus ciudadanos, yo la calificaría de mezquina, y si además ampara esta negativa en la pobreza de los medios o en la calidad de la enseñanza, aparte de ser una falacia, yo diría que es una vileza.

Me ha costado mucho aceptar que gentes que vivieron 1968 como yo, y que hoy ostentan el poder, se hayan, convertido en tecnócratas- Demetrio Vert.

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