Una suplantación

Le serve es un intento más -y otra vez fallido- de conversión de un texto en silencio y gestos, en actitudes y pasos que se pretenden danza. El texto aludido es universal ya, el de Las criadas, de Genet; con tantas versiones -una de las más brillantes, la de Víctor García y Nuria Espert- en las que siempre la magia, el morbo, la viscosidad de la acción, han estado en la palabra. Aquí se dice, en el programa, que a veces "la palabra cierra y banaliza aquellas sentencias que, dichas por el cuerpo a través de un recorrido de movimiento organizado, pierden retórica, pesadez y la acos...

Le serve es un intento más -y otra vez fallido- de conversión de un texto en silencio y gestos, en actitudes y pasos que se pretenden danza. El texto aludido es universal ya, el de Las criadas, de Genet; con tantas versiones -una de las más brillantes, la de Víctor García y Nuria Espert- en las que siempre la magia, el morbo, la viscosidad de la acción, han estado en la palabra. Aquí se dice, en el programa, que a veces "la palabra cierra y banaliza aquellas sentencias que, dichas por el cuerpo a través de un recorrido de movimiento organizado, pierden retórica, pesadez y la acostumbrada marcha en sentido único". A pesar de la mala traducción, se entiende una intención de liberar el texto o darle una apertura, y hasta de salvarlo de la banalidad (trivialidad) que se encuentra en él.No han elegido bien: la obra maestra de Genet lo encierra todo. Y los movimientos organizados de la compañía del Teatro Imprevisto -ni danza, ni mimo, ni suficiente expresión corporal o gestual-, la densidad de su decorado en blanco, negro y rojo, las mezclas de la cinta sonora y la luz negra ni siquiera son capaces de evocar lo dicho en la obra original ni tienen valor suficiente por sí mismos. La escasa hora de duración del espectáculo se hace larga y pesada.