Crítica:'BALLET'

Sonambulismo y pesadilla

Ni siquiera como fiesta de fin de curso era admisible la representación de esta agrupación, que no ha conservado el mínimo nivel de exigencia en lo técnico y en lo artístico. Lo dramático es que sobre la escena había un montón de chicos con la intención de hacer ballet y agradar, e incluso en algunos se podían adivinar buenas condiciones para la danza. El resultado fue entre bochornoso y patético, por momentos de verdadera vergüenza ajena, con una serie de camelos como la supuesta coreografía atribuida a Ana Pavlova, donde maneras, pasos, vestuario y accesorios nada tienen que ver con u...

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Ni siquiera como fiesta de fin de curso era admisible la representación de esta agrupación, que no ha conservado el mínimo nivel de exigencia en lo técnico y en lo artístico. Lo dramático es que sobre la escena había un montón de chicos con la intención de hacer ballet y agradar, e incluso en algunos se podían adivinar buenas condiciones para la danza. El resultado fue entre bochornoso y patético, por momentos de verdadera vergüenza ajena, con una serie de camelos como la supuesta coreografía atribuida a Ana Pavlova, donde maneras, pasos, vestuario y accesorios nada tienen que ver con un original a todas luces perdido en el tiempo. La deformación de estilos tan concretos como el de la escuela danesa (con su rigor en el trabajo de pies), y la falta de corrección elemental en la mayoría de los intérpretes demuestran que no van por buen camino y que, antes de seguir sometiendo a los espectadores a largas sesiones de tortura seudodancística, debían recapacitar sobre si no es mejor trabajar primero de puertas adentro del estudio (como están haciendo hoy en día varios grupos) hasta conseguir algo digno, y en cualquier caso, ser objetivos y críticos consigo mismos. Pero no es fácil exigir esto a los componentes -todos muy jóvenes- y si hay que reclamarlo de los directores, donde al menos los años debían pesar, ya que de fructífera experiencia no se puede hablar en esté caso. Formar bailarines es la tarea más ardua de la profesión. Al mismo tiempo que se enseñan los pasos, hay que inculcar en el futuro artista un espíritu de lucha contra las limitaciones corporales, pero sin perder el norte en una alambicada profesionalidad que no existe. Ante tal despropósito, planeaba sobre la sala el ánima inquieta del fallecido Leif Omberg, excelente profesor que fue y cuyo nombre y memoria se involucran hoy injustamente en tan fallido espectáculo.

Muestra de Danza en Madrid

Ballet Clásico de Madrid. Director y coreógrafo: Adolfo León. Primer programa: Confidencias: Minkus / León; Pas de trois: Chaikovski / Leif Omber; La noche, Rubinstein / Pavlova; Festival de Genzano: Helsted-Paulli / Bournonville; Corpus Christi: Albéniz / León; La sonámbula: Bellini / León; La vals: Ravel / León. Centro Cultural de la Villa de Madrid. 6 de junio, 22.30.

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