ESCULTOR DEL HOMBRE

Un fallo cardiaco terminó con la vida de Pablo Serrano

El escultor Pablo Serrano murió en la madrugada de ayer en su casa, a los 75 años de edad, a consecuencia de un repentino fallo cardiaco. "No llegó a darse cuenta de que se moría", dijo ayer su viuda, la pintora Juana Francés. Obras de ella se pueden ver ahora en el Centro Cultural Chamartín, de Madrid, y hasta hace pocos días permaneció abierta una exposición de Pablo Serrano en el Guggenheim Museum, de Nueva York. Pablo Serrano fue un artista obsesionado por la solidaridad social y el hombre, temas que trasladó a su escultura.

Nacido en 1910 en Crivillén, un pueblo de la provincia de ...

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El escultor Pablo Serrano murió en la madrugada de ayer en su casa, a los 75 años de edad, a consecuencia de un repentino fallo cardiaco. "No llegó a darse cuenta de que se moría", dijo ayer su viuda, la pintora Juana Francés. Obras de ella se pueden ver ahora en el Centro Cultural Chamartín, de Madrid, y hasta hace pocos días permaneció abierta una exposición de Pablo Serrano en el Guggenheim Museum, de Nueva York. Pablo Serrano fue un artista obsesionado por la solidaridad social y el hombre, temas que trasladó a su escultura.

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Nacido en 1910 en Crivillén, un pueblo de la provincia de Teruel, Pablo Serrano Aguilar sintió una temprana inclinación hacia la creación artística. Hijo de Bartolomé Serrano, veterinario de Crivillén, la formación del futuro escultor se iniciará en 1922, primero en Zaragoza y más tarde en Barcelona, en la Escuela de Artes y Oficios y en la Academia.En 1930, Pablo Serrano abandona España para afincarse en Montevideo (Uruguay), donde transcurrirá toda la etapa inicial de su trayectoria. Su primer trabajo de envergadura, en 1935, serán unas puertas monumentales en bronce para la cripta del Colegio de San José en Rosario de Santa Fe (Argentina). En 1946, cuando se encuentra en un proceso de ruptura más drástica con su formación académica y está desarrollan do sus primeras tentativas de abstracción, resultaría decisivo su en cuentro con el pintor uruguayo Joaquín Torres García, figura fun damental del constructivismo histórico.

A lo largo de una década, en la que irá cosechando ya numerosos galardones, la obra de Serrano oscilará entre una figuración matizada por una estilización expresionista y un mayor alejamiento de las con venciones de representación, como el que advertimos en su proyecto de monumento para El prisionero político desconocido de 1953.

Regreso a España

En 1955, año en que obtendrá el Gran Premio de Escultura de la III Bienal Hispanoamericana celebrada en Barcelona, Pablo Serrano regresa de nuevo a España. Interesado por la tradición poscubista en escultura, Serrano tendrá un nuevo encuentro decisivo con la obra de Julio González, que estudiará en París en 1956, en la colección de su hija Roberta. Un año más tarde, Serrano se integrará como único escultor en la formación inicial de El Paso, grupo mítico en el renacer de nuestra vanguardia de posguerra. Manuel Conde, crítico vinculado al grupo, relacionaría a Serrano con una línea de tradición iniciada por Julio González.

En ese período final de la década de los cincuenta, las expresiones abstractas de Serrano conjugarán influencias diversas e incorporarán a la forja del hierro su interés por los fragmentos minerales encontrados. En relación a esta etapa, el escritor Juan Eduardo Cirlot afirmaría: "Su evolución se encuentra frente a lo contradictorio y su labor principal consiste en obtener la posible coincidentia oppositorum entre el orden y el caos, lo estructurado y lo descompuesto". Con cierta antelación a sus Ritmos en el espacio, Serrano desarrolla en estos años dos expenencias importantes, sus Dramas del objeto, sobre la extensión de las características del cubo, y la Quema del objeto, destrucción de la experiencia previa que inaugura su interés por el vacío interior.

Otras dos grandes series marcan el desarrollo de la escultura de Pablo Serrano en la década de los sesenta, sus Bóvedas para el hombre, sobre el espacio generado en esa "vivencia existencial", y sus Hombres con puerta, convulsiva expresión de la figura humana que en cierto modo prolonga el dramatismo más inmediato de su anterior serie de los Fajaditos. En relación con la representación humana, una parte sustancial de la obra de Serrano está relacionada con el retrato, en particular en casos tan célebres como los de los bustos y monumentos a Machado, Galdós, Unamuno, Marañón, Aranguren, Gaya Nuño o Sweeney.

Desde la inclusión de Serrano en la muestra Spanish Painting & Sculpture de 1960, en el Museo de Arte Moderno en Nueva York, la presencia de la obra del escultor en grandes exposiciones y certámenes internacionales será continua, un itinerario que se prolongará hasta su muestra antológica del Museo del Ermitage, en Leningrado, en 1982; a ello debemos sumar múltiples galardones.

Desde el último tercio de los años sesenta, todo el período de madurez de la trayectoria creativa de Pablo Serrano va a girar ya en torno a su fascinación por la relación exterior-interior en la conjunción de dos formas complementarias, investigación que dará lugar a sus piezas tituladas Unidas-yunta.

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