Editorial:

Entre la guerrilla y Contadora

NAPOLEÓN DUARTE ha rehuido una veÍmás durante su estancia en España una negociación personal con el Frente Democrático Revolucionario (FDR) y ha insistido en que el Gobierno español apoye, como única vía de solución posible, al Grupo de Contadora, que trata de englobar los conflictos de toda la región de América Central. La posibilidad de que personalidades españolas se entrevisten con los representantes del FDR venidos a Madrid y actúen como intermediarias es posible y deseable, pero no será suficiente. El uso por la guerrilla de la valija diplomática de nuestro país constituye un hecho delic...

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NAPOLEÓN DUARTE ha rehuido una veÍmás durante su estancia en España una negociación personal con el Frente Democrático Revolucionario (FDR) y ha insistido en que el Gobierno español apoye, como única vía de solución posible, al Grupo de Contadora, que trata de englobar los conflictos de toda la región de América Central. La posibilidad de que personalidades españolas se entrevisten con los representantes del FDR venidos a Madrid y actúen como intermediarias es posible y deseable, pero no será suficiente. El uso por la guerrilla de la valija diplomática de nuestro país constituye un hecho delicado, no exento de de ingenuidad.El presidente Duarte no tiene una posición lo bastante fuerte en su país como para llevar adelante una negociación valiente y clara con la guerrilla: las elecciones legislativas de 1982 no permitieron que su partido -la Democracia Cristiana- tuviera más que una mayoría relativa, y la extrema derecha (Arena, Paisa, PPS) mantuvo una alta capacidad de influencia; y en las presidenciales de marzo y mayo de 1984 -dos turnos- el rival derechista de Duarte, D'Aubuisson, quedó a muy corta distancia. Estas fuerzas de la derecha tienen el apoyo de una parte importante del Ejército, que cree que las guerrillas tienen que ser aniquiladas, y de Estados Unidos, que mantiene esa misma posición como parte de su cerco a Nicaragua -Duarte, a su vez, ha acusado en Madrid a Nicaragua por mantener el santuario de los guerrilleros salvadoreños- y envía ayuda militar abundante, y de todo ello emanan las guerrillas blancas de los escuadrones de la muerte, creadoras, más que de una solución, de una desesperación que está nutriendo incesantemente los focos de resistencia armada.

El problema que todas esas fuerzas opuestas a la negociación plantean no está sólo en el hecho de la negociación en sí como apertura de una tregua o de un principio de pacificación, sino en el, fondo de lo negociado y en la negativa a Duarte de los medios civiles para proceder a unas bases de negociación. Lo que el FDR pretende es que se produzcan'refórmas impor-, tantes en el país, incluyendo una depuración de las fuerzas armadas, de las que querrían ver segregados a los militares a los que consideran responsables de las matanzas y de las torturas, y una libertad sin restricciones para los partidos políticos que representan, de forma que todo ello pudiera conducir a unas elecciones generales que considerasen aceptables -repudian las anteriores y niegan, por tanto, la legitimidad del régimen- Duarte no tiene posibilidad real de aceptar esos principios básicos, pero tampoco el establecimiento, o lo que aquí se llamaron poderes fácticos, permiten el desarrollo de algo que intenta desde el principio: unas reformas económicas -sobre todo, una reforma agraria- que quitaran móviles a los campesinos y a los obreros industriales para prestar su apoyo a los guerrilleros.

Prácticamente son los mismos tropiezos que se está encontrando el Grupo de Contadora para realizar una labor de conjunto en toda América Central. Algunos observadores políticos consideran que el proceso de Contadora está estancado, sobre todo por la falta de apoyo directo de Estados Unidos, pero también porque las condiciones de democratización que tratan de impulsar como solución global no se pueden imponer con facilidad. Nicaragua se declara en estado de cerco y no es capaz de llevar su régimen a un tipo de elecciones con suficientes garantías, y mantiene relaciones privilegiadas con la URSS y con Cuba; y mientras eso suceda así, Reagan y los grupos-de poder en Centroamérica no van a ceder un milímetro. Las guerrillas consideran que las ofertas de democratización son insuficientes y constituyen una trampa para hacerles deponer las armas. Ante este doble obstáculo, los esfuerzos de Contadora son poco eficaces. Pero los intentos de aniquilación por la guerra directa y aun por la guerra sucia no están ofreciendo resultados que satisfagan a quienes los propugnan.

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