Reportaje:Inquietudes intelectuales en las cárceles españolas

La cultura entre rejas

Organizar un concierto o leer un libro, recursos para combatir la inactividad del preso

Un funcionario asegura que cuando se está preparando, por ejemplo, un concierto de rock, los presos tienen incluso un aspecto diferente, menos penoso, que se les nota en la cara. "Yo quisiera que la gente se diera cuenta de que en la cárcel, sin actividades socioculturales, sin cosas en las que entretenernos, a los presos no nos interesa más que estudiar la forma de salir de aquí, y las conversaciones siempre tratan de lo mismo; de cómo hizo uno aquel butrón o de cómo robó el bolso a una señora. Tratas con los mejores especialistas del ramo y, aunque no quieras, aprendes a ser un expert...

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Un funcionario asegura que cuando se está preparando, por ejemplo, un concierto de rock, los presos tienen incluso un aspecto diferente, menos penoso, que se les nota en la cara. "Yo quisiera que la gente se diera cuenta de que en la cárcel, sin actividades socioculturales, sin cosas en las que entretenernos, a los presos no nos interesa más que estudiar la forma de salir de aquí, y las conversaciones siempre tratan de lo mismo; de cómo hizo uno aquel butrón o de cómo robó el bolso a una señora. Tratas con los mejores especialistas del ramo y, aunque no quieras, aprendes a ser un experto delincuente". "Cuando veo a los compañeros en el patio", dice un redactor de la revista de Carabanchel, "sin hacer nada, pienso: ¿Cómo no se vuelven locos?".La sensibilidad de los funcionarios, así como de los organismos públicos y privados, ha cambiado en los últimos tiempos. El complejo penitenciario de mujeres de Yeserías (Madrid) siempre ha organizado entre sus muros diversas actividades. "La diferencia" dice la criminóloga, "es que antes tenías que pedir las cosas; ahora se ofrecen de fuera. Creo que la sociedad está cambiando su visión de las cárceles".

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Arcadio Dorado, inspector.de Cultura de la Dirección General de Instituciones Penintenciarias, del Ministerio de Justicia, está entusiasmado con ese interés que demuestran otros organismos, oficiales o no, y relata con fruición los acuerdos firmados con ayuntamientos, ministerios, universidades, juntas de distrito y un largo etcétera. Uno de ellos es el suscrito con la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en junio de 1983. Gracias a él pueden los presos hacer una carrera entre los barrotes, recibir los libros de texto gratuitamente y el tutelaje de profesores especializados.

Según las últimas cifras, del día 11 de este mes, hay en España 21.863 presos. En el último curso escolar se inscribieron en la UNED 531 reclusos. Más de la mitad de los mismos están realizando el curso de acceso. La carrera que más adeptos tiene es la de Derecho, en la que están matriculados 63 alumnos.

La extracción social y cultural de los presos españoles es suma mente baja. Unos 3.000 de esos presos han acudido durante el último año a clases de alfabetización y formación básica. En las 86 cárceles existentes en España hay, por norma, al menos un profesor de EGB. Unos 200 presos están estudiando el bachillerato. A través de diversos convenios firmados con el Ministerio dé Educación y Ciencia se ha conseguido que, todo aquello que estudien los reclusos esté oficialmente reconocido por el Ministerio, de forma que aquéllos consigan títulos que les puedan servir de algo el día que abandonen la cárcel.

Fiesta y 'redenciones'

Las cárceles, con alguna excepción, no tienen lugar para la cultura, ni física ni intelectual. En cada prisión, sin embargo, un puñado de presos -siempre una minoría- está consiguiendo animar la vida de los centros penitenciarios, para lo cual se cuenta con la receptividad del funcionario y el ingenio del recluso, porque dinero no hay. Arcadio Dorado dice que este año hubo para el apartado cultural un presupuesto de 102 millones de pesetas: "... Se gastaron en otras cosas más fundamentales, porque da reparo invertir dinero en una conferencia cuando en un centro no hay, por ejemplo, sanitarios en condiciones o mesas para leer".

Contra presupuestos y barrotes, se hacen cosas en las cárceles. No hay que olvidar que, además, la buena conducta, la asistencia a las clases y la colaboración en actividades culturales se tienen en cuenta a la hora de reclasificar al recluso o acortar una pena. Son las llamadas redenciones.

Para las próximas fiestas barcelonesas de la Mercè, el Centro Penitenciario de Jóvenes tiene programadá una serie de actividades especiales, informa Juan José Navarro Arisa. Además de un ciclo de conferencias sobre los temas Juventud, paro y delincuencia, Problemática jurídica de los reclusos y Juventud, droga y prisión, están previstas actuaciones de Lita Claver, una de las vedettes de la sala de fiestas El Molino, y de la actriz Mary Santpere.

El Centro Penitenciario de Mujeres, situado en la barcelonesa cárcel de Wad Ras, ha programado para este verano actividades diversificadas según los meses. En julio hubo un grupo dedicado al aprendizaje de tai chi, otro de iniciación musical y un tercero de animación teatral. En agosto, las internas de Wad Ras realizan tres cursos de pintura rápida, socorrismo y cosmética. Hay además un grupo de títeres llamado Fira Fantástica que organiza representaciones para los niños. En septiembre, algunas internas prepararán una obra de teatro y se realizarán cursos de orientación para futuras empleadas de guarderías, costura, manualidades y teatro. En la cárcel de la Trinidad hay equipos y clubes de fútbol sala, baloncesto, balonmano, voleibol y juegos de mesa, además de talleres de macramé, dibujo, pintura y cerámica.

Evasión y aventuras

La cárcel Modelo barcelonesa es la que registra menor índice de participación en actividades culturales. Incluso las que se hacen provocan, a veces, tensiones. Hace poco se realizó allí un espectáculo de music-hall llamado Batido de fresa. "Entre algunos de los presos que no participan hay mucha incomprensión hacia estas actividades", dice uno de los internos que ayudó a organizar la representación. "En alguna ocasión hemos sufrido agresiones verbales y físicas".

La Modelo de Valencia sufre un grave problema de superpoblación con los 800 presos a los que acoge ahora, informa Fulvia Nicolás. Repartidos en tres galerías desde que la cuarta está en proceso de reparación, los reclusos encuentran en las clases de la escuela de la prisión la posibilidad de evadirse y hacer algo durante el día, dado que el trabajo escasea en los talleres.

Según los presos, la dirección organiza escasas actividades más allá de las meramente educativas, pero favorece en lo posible la celebración de charlas, actividades deportivas; y otros actos culturales. "Sin embargo, hay que tener en cuenta que grupos de teatro, de música, conferenciantes y equipos deportivos son poco aficionados a entrar en la cárcel, y menos a la de Valencia, con la mala fama que tiene".

La radio -el loro- es el medio de comunicación más aceptado. Las emisoras de frecuencia modulada, "con mucha música, y poco rollo", y el Loco de la Colina son los reyes de la prisión. La antigüedad de los libros que hay en la biblioteca -en celdas habilitadas a tal efecto- y su escaso interés para los presos, "que querrían más bien obras de evasión y aventuras", son, sin duda, el motivo del desinterés por la lectura. Las revistas de cómics, en cambio, se leen con auténtica voracidad.

Las actividades culturales que se realizan en el centro penitenciario de El Puerto de Santa María causan sorpresa, incluso, al propio director de Puerto 2, Rafael González, informa Carlos Funcia. Una sorpresa que arranca de las condiciones en que nació y se desarrolla ese centro penitenciario, incluido en un gran complejo carcelario ubicado a nueve kilómetros de El Puerto de Santa María y anexo a la prisión de máxima seguridad Puerto 1, que, después del traslado de etarras, alberga a distinguidos mafiosos.

En cada uno de los seis módulos del penal hay un patio, una escuela, una biblioteca, una barbería, duchas, comedor y taller independiente. Cada dos, polideportivo y cine. Para las iniciativas culturales sólo se dispone de 2.500 pesetas trimestrales y 5.000 para las mujeres. A pesar de un límite tan estrecho, en junio se realizó un ciclo de conferencias que registró notable asistencia. En proyecto está un ciclo de cine en colaboración con el Ayuntamiento y cursos de corte y confección.

Eusebio Hernández, director de la cárcel de Carabanchel (Madrid), asegura que es difícil cualquier actividad cultural en un centro que, en realidad, "era un almacén de hombres". Sus viejas instalaciones tienen capacidad para 1.000 reclusos, pero la cantidad de presos es justo el doble. Todos ellos son preventivos, lo cual significa que "nunca podemos organizar las cosas como quisiéramos porque nunca sabemos el tiempo que vamos a estar aquí". El traslado a un penal puede llegar a mitad de un curso o cuando se estaba haciendo gestiones para un concierto de rock. A pesar de todo, funciona desde hace un año la Asociación Cultural Rafael Alberti, promovida por un grupo de internos.

Anuladas por la heroína

Las actividades culturales que se realizan en la prisión de mujeres de Yeserías las cuentan las funcionarias a puñados. "Si una presa quiere tener todo el día ocupado, lo tiene", dice la maestra de Yeserías. Puede ir a clase, luego al taller de artes plásticas, a la clase de gim-jazz, a la de corte y confección...". De vez en cuando hay concierto y conferencias. La criminóloga apunta, además, la cantidad de recursos e ingenio que tienen unas mujeres acostumbradas a una vida difícil. Así, son capaces de hacer un libreto llamado Yo, Claudina, una réplica de la serie de TVE Yo, Claudio que consiguió arrancar carcajadas a un colectivo que no suele sonreír. Pero de eso hace ya tiempo.

"Ahora es muy difícil conseguir que hagan cosas", dice la criminóloga. "La mayoría de las reclusas están anuladas por la heroína". Llegan las recién detenidas a Yeserías con los nervios desquiciados, sin menstruación, los brazos castigados por las hipodérmicas. A pesar de todo, en Yeserías se están preparando los festejes de la Merced y también una despedida a las políticas, que van a ser trasladadas a un nuevo edificio.

Después de Carabanchel y Yeserías, la cárcel de Alcalá 2 (Madrid) se le antoja al visitante que es un auténtico Edén. En Alcalá 2, inaugurado en octubre pasado, hay césped, piscinas, un gran salón de actos, un trato más que cordial entre funcionario y recluso. Mercedes Jabardo, directora de este centró de hombres jóvenes, dice que lo ideal sería conseguir que el interno trabajase por la mañana e hiciese actividades culturales por la tarde. Toda la iniciativa, dada su corta existencia, parte de los funcionarios, que han instituido clases de karate, teatro, expresión corporal, serigrafía, yoga... Aquí, un grupo de presos toca la guitarra -impensable en Carabanchel o Yeserías-; allí, un par de reclusos pintan sobre cerámica. La mayoría, sin embargo, simplemente deambulan, hacen corros. La pedagoga reconoce que es difícil, sí, mover a los reclusos. "Son delincuentes jóvenes refractarios al trabajo".

Alcalá 2 se podría considerar todavía un experimento. Todo está en ciernes, pero la disposición de los funcionarios y las instalaciones sólo auguran bondades. Es estupendo, sí, "pero una cárcel nunca es buena", dice la directora.

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