Crítica:

Ceremonia del desencuentro

La dernière bande (La última cinta)

Autor: Samuel Beckett (1958). Intérprete: Pierre Chabert. Dirección: Samuel Beckett.

Estreno: Sala de Columnas, Círculo de Bellas Artes. Madrid, 28 de marzo.

La última cinta (Krapp's last tape) es una breve obra de Beckett estrenada en 1958 en lengua inglesa. Krapp, a punto de extinción, escucha una de, las cintas magnéticas que ha ido grabando a lo largo de su vida: dialoga con ella y no se comunica. En la voz que escucha, en el hombre de 30 años atrás -cuando tenía 39- que comenta ya la miseria de la palabra, de la que ap...

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La dernière bande (La última cinta)

Autor: Samuel Beckett (1958). Intérprete: Pierre Chabert. Dirección: Samuel Beckett.

Estreno: Sala de Columnas, Círculo de Bellas Artes. Madrid, 28 de marzo.

La última cinta (Krapp's last tape) es una breve obra de Beckett estrenada en 1958 en lengua inglesa. Krapp, a punto de extinción, escucha una de, las cintas magnéticas que ha ido grabando a lo largo de su vida: dialoga con ella y no se comunica. En la voz que escucha, en el hombre de 30 años atrás -cuando tenía 39- que comenta ya la miseria de la palabra, de la que apenas queda la evocación de una muchacha de abrigo verde en el andén de una estación, o un paseo en barca, o un lejano paisaje, el anciano borracho que repite por última vez la operación anual de grabar sus recuerdos, no encuentra más que un cretino en el que no se reconoce. 0 no reconoce las palabras: rechaza la palabra como identidad con el ser, ni siquiera como parte de él. Las dos voces del actor, la grabada y la viva, disuenan, se desencuentran. Estos 45 minutos son un epítome de la obra de Beckett: la anterior y la posterior. Su hallazgo, en aquel momento, fue la introducción del magnetófono -quizá la primera vez que se utilizaba en un escenario- para conseguir este desdoblamiento, esta distancia: la posibilidad de que un actor hable consigo mismo sin hacer de ventrílocuo y la de que el pasado comparezca con su propia voz, y no a través de la evocación.

El propio Beckett ha dirigido la actuación de Pierre Chabert, que celebra esta misa de la desintegración y del juicio final transmitiendo esa emoción fría y un poco repelente con el gesto sobrio y las dos voces justas.

Tiene la honestidad artística de no exagerar la borrachera ni la vejez. Sus movimientos parecen surgidos de la necesidad del momento más que del profundo estudio del que, sin duda, proceden. El público escuchó en un silencio religioso y aplaudió al buen actor.

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