Ignacio Gutiérrez de la Fuente

El jesuita español al que Pinochet prohibió la entrada en Chile

La notificación oficial del veto llegó a manos del vicario general de Santiago de Chile el pasado 5 de noviembre. Dos días más tarde, el ministro del Interior, Onofre Jarpa, ratificaba la prohibición de entrada en Chile del sacerdote español Ignacio Gutiérrez de la Fuente. Éste recibió la noticia en su ciudad natal, Santander, donde se encontraba tras la gira realizada por Europa con objeto de recabar fondos para la Vicaría de Solidaridad de Chile, al frente de la cual se encuentra desde el pasado año. Un viaje, por el momento sin retorno, que servirá también para recoger, el próximo 23 de nov...

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La notificación oficial del veto llegó a manos del vicario general de Santiago de Chile el pasado 5 de noviembre. Dos días más tarde, el ministro del Interior, Onofre Jarpa, ratificaba la prohibición de entrada en Chile del sacerdote español Ignacio Gutiérrez de la Fuente. Éste recibió la noticia en su ciudad natal, Santander, donde se encontraba tras la gira realizada por Europa con objeto de recabar fondos para la Vicaría de Solidaridad de Chile, al frente de la cual se encuentra desde el pasado año. Un viaje, por el momento sin retorno, que servirá también para recoger, el próximo 23 de noviembre, en Viena, el Premio Bruno Kreisky, concedido a la organización que dirige.

Ignacio Gutiérrez de la Fuente llegó a Chile hace 12 años, cuando se vivían los últimos momentos del Gobierno constitucional de Salvador Allende. Nacido en Santander hace 42 años, cursó estudios religiosos en la Universidad de Comillas, y posteriormente en la facultad de Políticas, cuya licenciatura obtuvo, así como en Ciencias Sociales. Gutiérrez de la Fuente, con un pronunciado acento latinoamericano, no parece haberse hecho a la idea del exilio forzado a que el Gobierno militar chileno lo ha condenado. Probablemente tampoco quiera. Con moderación en la forma, pero sin silencios prudentes, el responsable de la Vicaría de Solidaridad de Santiago de Chile describe el panorama aterrador que vive hoy su país de acogida. "El número de detenidos en este año ha aumentado en relación con 1983, en el que también la represión fue muy dura, en un cien por cien".Aunque las razones de la prohibíción de regresar a Chile no han sido explicadas, Gutiérrez de la Fuente está convencido de que la decisión tiene su origen en el apoyo dado a dirigentes de los partidos de oposición, colegios profesionales y movimientos sociales y sindicales para organizar la jornada celebrada el pasado 8 de agosto bajo el lema de Chile defiende la vida. Él mismo protagonizó la primera conferencia de prensa en torno al trágico suceso que estuvo en el origen de la movilización. Una mujer, detenida con su marido y torturados por la policía política, fue dinamitada en un descampado. Su esposo pudo recuperarse a tiempo para arrancar la carga de dinamita de su cuerpo y salvar la vida. En sus archivos, la Vicaría tiene 660 casos perfectamente comprobados de desaparecidos, "aunque hay muchos más", confiesa su responsable, y en torno a los cuales la dictadura se comprometió a informar en 1978, sin que hasta el momento se haya recibido respuesta alguna.

Las relaciones entre la Vicaría de Solidaridad y el Gobierno chileno se encuentran sujetas a los mismos parámetros que rigen "para todos aquellos que ven de otra forma el país": simplemente no existen. La Vicaría de Solidaridad no dialoga con el Gobierno porque "se siente identificada con los anhelos y sufrimientos del pueblo. Si éste es invitado a conversar, la vicaría conversa; si el pueblo es apaleado, la vicaría, y cuando me refiero a ella hablo de la Iglesia en general, es apaleada". Si se le recuerda la actitud de otras Iglesias del Cono Sur y el informe Sábato en torno al papel desempeñado por la jerarquía católica argentina durante la represión en ese país, Gutiérrez de la Fuente asegura "sentir un dolor enorme ante la distinta forma de actuar de la Iglesia. Dolor que se agudiza", añade, "porque entre los desaparecidos en Argentina se encuentran un buen número de chilenos".

En cuanto al papel de la Iglesia en Chile, el sacerdote santanderino afirma que en la actual situación "es la única voz. Hubo que prestar nuestra garganta para que el pueblo pudiera expresarse en sus reivindicaciones y en la justa defensa de los derechos humanos", si bien precisa que "la Iglesia no desea ser la voz de los sin voz, sino que todo el mundo la recupere".

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