El 'Senado de las Letras'

Josep Vicenç Foix, el último mohicano del superrealismo, discretamente refugiado en. sus 91 años, que entre poema y poema vendía pasteles y un turrón de fantasía en Sarriá, ha sido el candidato más votado por esa especie de Senado de las Letras reunido en La Coruña este puente de Todos los Santos. Sea o no ya premio nacional, a Foix se le ha reconocido, con el acta de esta cámara literaria de las Españas, su travesía vital por el mundo de la creación.El escritor catalán es uno más de la tema de autores de obra coronada sobre la que deberá decidir un nuevo jurado, pero ...

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Josep Vicenç Foix, el último mohicano del superrealismo, discretamente refugiado en. sus 91 años, que entre poema y poema vendía pasteles y un turrón de fantasía en Sarriá, ha sido el candidato más votado por esa especie de Senado de las Letras reunido en La Coruña este puente de Todos los Santos. Sea o no ya premio nacional, a Foix se le ha reconocido, con el acta de esta cámara literaria de las Españas, su travesía vital por el mundo de la creación.El escritor catalán es uno más de la tema de autores de obra coronada sobre la que deberá decidir un nuevo jurado, pero la unanimidad que suscitó su sola evocación es todo un símbolo del nuevo espíritu que se quiere imprimir a estos galardones que hasta ayer mismo tenían vocación unidimensional.

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Sobre el de las Letras y el Nacional de Literatura, 38 hombres justos y dos mujeres justas y contadas -Fanny Rubio y Ana Basualdo- deliberaron durante tres jornadas. El hotel elegido, también rehuyendo simbólicamente el badajo centralista, tiene corredor balcón a la bahía coruñesa.

Ramón Trias, que presidió la comisión de ensayo, definía el ambiente de las sesiones con economía de palabras muy propia. "Trabajamos con tranquilidad e incluso parsimonia". Para confirmarlo, el más joven de los convocados, el poeta gallego Claudio Rodríguez Fer, de 27 años, caminaba esquivo sobre las alfombras como un tigre de ternura. Resulta que reúne a buena parte de la flor y nata de la diversidad cultural, a los urdidores de tramas, y no se mueve ni una mosca.

Sólo una minoría dinámica, encabezada por el galaico Carlos Casares, huye del escenario cuando se aprestan a servir el menú oficial y se va en busca de los fogones mágicos de la ciudad. "Casares hablando es como una fábula", dice el poeta Jaume Pont. Todo cambia. Uno de los valores más preclaros de La Coruña fue el ilustre Picadillo, gastrónomo y alcalde, para más señas, que decidió ser conservador porque a los liberales sólo les gustaba la tortilla paisana.

El director general Jaime Salinas estaba feliz con este concierto de armonías. En el jardín romántico de San Carlos le enseñaban el único drago plantado en Europa, y a la luz otoñal de este señorío atlántico se reafirmaba en el acierto de la nueva ruta de estos premios. Juan San Martín, de la Academia vasca, decía que bien, pero que había mucho atajo que apurar para que el intercambio fuera fluido y recíproco. Salvo algún explorador curioso, como Antonio Tovar, muy pocos en España se acercan al euskera.

"Parecemos una cofradía", decía Basilio Losada ante algunos conocidos, presentes en casi todos los jurados habidos y por haber-Basilio, gallego y reciente Cruz de Sant Jordi, es uno de los hombres-puente en este desafío integrador desde la pluralidad.

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