Tribuna

Por la reindustrialización, la reforma agraria integral y la paz

El secretario general de Comisiones Obreras explica en este artículo por qué la central que él representa mantiene la fecha del Primero de Mayo como jornada reivindicativa, de solidaridad de clase nacional e internacional y de unidad. Para Camacho, todas las razones sobre la crisis económica que sirvieron de marco hace ahora justamente un año se repiten con tintes especialmente profundos.

Reanudando con la tradición obrera, conectando con el presente y no olvidando el futuro, tendríamos que repetir lo que decidió en París, el 4 de julio de 1889, el Congreso Obrero y Socialista, bajo el ...

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El secretario general de Comisiones Obreras explica en este artículo por qué la central que él representa mantiene la fecha del Primero de Mayo como jornada reivindicativa, de solidaridad de clase nacional e internacional y de unidad. Para Camacho, todas las razones sobre la crisis económica que sirvieron de marco hace ahora justamente un año se repiten con tintes especialmente profundos.

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Reanudando con la tradición obrera, conectando con el presente y no olvidando el futuro, tendríamos que repetir lo que decidió en París, el 4 de julio de 1889, el Congreso Obrero y Socialista, bajo el lema de Proletarios de todos los países, uníos, cuando acordó que "el Primero de Mayo es una jornada reivindicativa, una jornada de solidaridad de clase, nacional e internacional; una jornada de unidad".Hoy sólo agregaríamos que debe ser, además, una jornada de lucha por la paz en un mundo que vive peligros de exterminio en masa.

La Confederación Sindical de Comisiones Obreras, fiel a los orígenes y a los fines del Primero de Mayo, volverá a manifestarse en los principales centros urbanos, industriales y agrícolas de nuestro país. Mantendremos el carácter de clase impidiendo que degenere en fiestas rituales como las del pasado reciente o las de algunas instituciones actuales de nuestro país.

Reivindicando la reindustrialización y la reforma agraria frente a la desertización y el paro, el pleno empleo y, hasta tanto se consigue, la total protección a los parados, aprovecharemos las experiencias -no pocas veces heroicas- de Sagunto, de Vigo, de El Ferrol, de Getafe, de Potasas de Navarra, etcétera, y las también excepcionales de las marchas de los trabajadores agrícolas de Andalucía, Extremadura, Levante y Castilla-La Mancha.

Contra los pescadores de río revuelto insistiremos en que el paro es la principal causa de la delincuencia y reclamaremos igualdad de derechos reales para jóvenes, mujeres y trabajadores agrícolas, así como que la pensión más baja sea igual al salario mínimo. En nuestras pancartas e intervenciones se hablará de la necesidad de reducir la jornada progresivamente en la medida en que aumente la productividad, para conseguir la semana de 35 horas, como en toda Europa.

Militar por el desarme

Militaremos por el desarme; nos uniremos resueltamente a la lucha por la paz de todos los pueblos, de todos los sectores pacifistas de dentro y de fuera, de Norte a Sur, de Este a Oeste. Nuestra voz se situará al lado de cada pueblo que actúe contra el imperialismo, en defensa de sus libertades democráticas y sindicales.Tendremos presente en nuestra solidaridad a los trabajadores de América Central que combaten contra la intervención norteamericana: Nicaragua, El Salvador, etcétera; nuestra voz se alzará en defensa de todos los pueblos, incluido muy especialmente el de la República Árabe Saharaui.

El año pasado y en este mismo periódico señalaba que el mundo vivía una situación de emergencia social y económica, que "... la necesidad de un nuevo orden económico mundial pedido en todos los foros internacionales, comenzando por las Naciones Unidas, que pudo parecer antes de la última reunión (del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) una teorización, hoy aparece como una necesidad inaplazable si no queremos que las pequeñas guerras de todo tipo, primero, y las más destructivas y sofisticadas, después, acaben con nuestro universo". "Emergencia también en España", insistía. "En el cuadro de la casi bancarrota del sistema financiero mundial, nuestro país tiene rasgos propios, pero está inmerso en él. La situación nos demuestra que nadie tiene los recursos suficientes para salvar de la grave crisis que padecen a la siderurgia, la construcción naval, Rumasa, Explosivos Río Tinto, el campo, la industria o las finanzas. Ningún sector político, social o económico puede aisladamente acometer una obra de tal magnitud".

"Por ello, la política de solidaridad nacional y la utilización de los recursos del Estado y de su sector público como fuerza motriz y de transformación hacia una democracia avanzada de mayor contenido social y económico pasa a ser una necesidad de clase y una necesidad nacional, inseparables ambas en las condiciones históricas concretas de nuestro país".

No solamente siguen siendo válidos estos análisis y conclusiones que hacíamos el año pasado, sino que el tiempo transcurrido ha agravado los aspectos negativos y hace más urgentes las alternativas que dábamos de "exigir al Gobierno una política de reindustrialización y de reforma agraria integral, de control del sistema financiero y de creación de un fondo nacional y un plan de solidaridad de cuatro años que lleve la democracia dentro de los centros de trabajo".

Se agrava la situación

Un año después, la agravación de la situación hace más apremiantes aquellos llamamientos.El año 1983 terminó con 299.000 parados más. El primer trimestre de 1984 ha sumado más de 100.000; hemos superado el 20% de la población activa en paro. La gran patronal y el Gobierno tratan de reducir la capacidad, adquisitiva real de los salarios en cinco puntos para 1984, se modifica la legislación en sentido negativo al generalizar la contratación temporal, se sigue despidiendo a trabajadores en la reconversión sin hacer un verdadero plan de reindustrialización.

Hoy, cuando el Gobierno ha consumido ya la tercera parte del mandato que le dio el pueblo, cuando la gente juzga por los hechos, podemos ya llegar en este Primero de Mayo a la siguiente conclusión: ha fracasado la política económica y social de estos 16 meses; es preciso un cambio de la misma, un giro del Gobierno a la izquierda. Es necesario también que nuestros compañeros de UGT, situados en una posición difícil entre su condición de organización de asalariados y de organización que asume y apoya el programa del Gobierno, comprendan que su conducta de rechazo de nuestras propuestas para un Primero de Mayo unitario y reivindicativo.

Por último, el Gobierno no debe olvidar que lo que ha fallado no es la difusión de su imagen, sino que lo que ha fracasado es su política económico-social.

Este Primero de Mayo, CC OO vuelve a hacer un llamamiento a todos los interesados para sacar a nuestro país del paro y de la crisis, asegurar la paz y el progreso, negociar realmente y en profundidad una política de solidaridad de clase y nacional, realizar el cambio necesario y una política de paz.

Marcelino Camacho es secretario general de CCOO.

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