Crítica:IV FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO

Música para crear danza

Hay que separar en este espectáculo dos partes: piano-danza y danza-voz. En la primera parte, Carlos Santos no sólo interpreta su propia música magistralmente, sino que conoce los problemas de la danza de Cesc Gelabert, como la falta de equilibrio, matización en el movimiento..., que salva con creatividad. Es maravillosa su música para crear danza; es rítmica y rica en matices.Entre los atentados graves a la danza existe el desconocimiento del fin, la creación de falsas formas abstractas, la provocación de imágenes concretas prescindiendo de la razón o sensación con ruptura de tiempo, ritmo y ...

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Hay que separar en este espectáculo dos partes: piano-danza y danza-voz. En la primera parte, Carlos Santos no sólo interpreta su propia música magistralmente, sino que conoce los problemas de la danza de Cesc Gelabert, como la falta de equilibrio, matización en el movimiento..., que salva con creatividad. Es maravillosa su música para crear danza; es rítmica y rica en matices.Entre los atentados graves a la danza existe el desconocimiento del fin, la creación de falsas formas abstractas, la provocación de imágenes concretas prescindiendo de la razón o sensación con ruptura de tiempo, ritmo y espacio, etcétera. En la actuación de Cesc Gelabert encontramos estos errores con unas connotaciones pretenciosas: un bailarín sin danza y un coreógrafo obseso en aportaciones novedosas. Creo que piensa que hay diferentes caminos para danzar. Es cierto, pero sin marginar los elementos esenciales que constituyen el arte de la danza: tener expresiones que nazcan del sentimiento, razón y sensación, con técnica suficiente que no obstaculice un lenguaje expresivo. Ya dijo Nietzsche "que bailar cuando se está libre cualquiera lo hace; lo extraordinario es bailar cuando se está encadenado".

Concierto para piano, danza y voz

Intérpretes: Carlos Santos y Cesc Gelabert. Centro Cultural de la Villa de Madrid. 12 y 13 de abril.

Recuerdo este espectáculo absolutamente igual, en septiembre de 1983, en la plaza del Rey, de Barcelona, al aire libre. La repetición en escena uno y otro día, en el mismo espacio, con idénticos pasos y gestos, es inadmisible en una danza libre. Una actuación que no justifica su incursión como artista en el mundo de la danza. Esperamos en el próximo espectáculo, que presenta dos coreografías, ver danza nueva. Estoy de acuerdo en que es positiva la destrucción de dogmas estéticos.

Gozar y pensar

En la segunda parte, danza y voz, Carlos Santos -ya reconocido como gran artista del piano, actor, artista que sabe sentir sus movimientos y oír su voz, todo con un ritmo sorprendente que nunca pierde- supo, junto a Cesc Gelabert, hacer gozar y pensar durante 30 minutos, con un diálogo a base de cortas palabras y monosílabos llenos de ingenio, carentes de sentido, pero no de ritmo e intencionalidad. Haciendo un concierto vocal, consiguió su propósito de hacer sonreír a unos y provocar auténticas carcajadas en otros. Pocos se marcharon muy molestos; diría que se sintieron engañados. La segunda parte interesa y recrea su originalidad.

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